Capítulo II. Lilith
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Se mete uno de mis pechos en la boca y yo intento reprimir los sonidos que quieren salir de mí. Dirige su mano a mi entrepierna pero cierro las piernas antes de que pueda hacerme algo.
-Abre las malditas piernas.- Dice entre dientes.
-No.- Intenta darme otra nalgada pero la esquivo. Salgo corriendo, pero no logro dar ni tres pasos cuando él consigue agarrarme el brazo.
-Eres más difícil de lo que pensaba.
-Suélteme el brazo.
-¡A ver niña, él único que da órdenes aquí soy yo! ¡¿Entendiste?!
Asiento con la cabeza.
-Ahora vuelve a la cama.
-No quiero.
-Joder, me estás haciendo perder la paciencia. Te estoy diciendo que vuelvas a la cama.
-Y yo te estoy diciendo que no quiero, creo que es fácil de entender.
El ruido de un timbre sonando nos detiene en medio de la discusión.
-¿A quién coño se le ocurre tocar el timbre en este momento?
Se gira para verme a los ojos y puedo notar que ya no tienen ese color rojo intenso que tenían antes.
- Se te sigue olvidando que puedo leer mentes. Mis ojos solo se ponen de ese color cuando me exito. Ahora escúchame bien, voy a ir a abrir la puerta y no sé cuánto voy a tardar, si cuando regrese no estás aquí vamos a tener problemas. Tú sabrás lo que haces.
Y claro que sé lo que haré. En cuanto se va dejándome sola en aquella habitación hago caso omiso a lo que dijo y empiezo a buscar una salida, pero todo estaba cerrado con llave. Me iba a rendir cuando veo una ventana en el techo, y sin pensarlo abrí mis alas hasta llegar a la ventana que para mi sorpresa no estaba trancada. Salí por ese pequeño hueco enredada en una sábana y volé lo más lejos que pude.
Intenté teletransportarme de nuevo con un poco de esperanza de que ocurriera algo, pero no, así que no me queda de otra que seguir volando. Una vez estuve en un lugar tranquilo, abrí el portal para volver a mi reino. No me importa que mi padre se enfade, no puedo estar más tiempo aquí.
Al llegar al cielo aterrizo en mi habitación, pero la buena suerte no dura mucho al escuchar al consejero de mi padre.
-¿Quién está ahí?
Intento tranquilizarme para que mi voz salga normal pero no lo consigo y mi voz suena muy chillona.
-Soy yo, Aurora.
-Impostor, la Srta. Aurora está en una misión, además será expulsado del reino por mentir. Voy a entrar.
-No, no…- No me da tiempo a colocarme bien la sábana por los nervios del momento, cuando veo al consejero entrar y verme con esa lencería negra.
-Srta. Aurora, tápese.-Dice y me tira una manta que tenía cerca.-¿Qué hace usted aquí? Se supone qué debería estar cumpliendo con su misión. Además, ¿por qué estaba vestida de esa manera? Esto se lo tendré que comunicar a su padre urgentemente.
-No, a mi padre no.
-Es mi obligación. Ahora vístase decente y vaya a la sala principal, su padre la estará esperando.
Hago lo que dice y llego a la sala principal donde, efectivamente, estaba mi padre con una cara de pocos amigos increíble.
-Hola padr…
-¿Qué hacías vestida de esa manera?
-No es lo que piensa.
-¿No? Entonces explícame.
-Pues cuando llegué…
-No te lo decía en serio. Ahora vas a volver allí y vas a cumplir con tu misión, si no, serás expulsada del reino sin importar que seas hija del rey.
-Sí, padre.
-Vete ya.
Mientras tanto, en el ardiente infierno Hades hablaba con Lilith.
-Lilith, ya te dije que no. Olvídate de mí. Lo nuestro solo fue algo de una noche. Yo te avisé y tú aceptaste.
-Porque pensé que podíamos llegar a ser algo. Tienes a otra, ¿verdad?
-No, no tengo otra, y aunque la tuviera, eso no es asunto tuyo.
-Entonces si tienes otra. ¿Dónde está, está ahí dentro? La voy a matar.
-¡Lilith! No tengo a otra. Me estás haciendo perder la paciencia, así que mejor vete ahora mismo y no vuelvas.
-Esto no se va a quedar así, Hades, lo juro por Satán.
Lilith se fue hecha una furia, literalmente.
Regreso a la habitación y lo único que veo al llegar es la cama vacía y la ventana del techo abierta.
-¡Joder! Se me olvidó cerrar esa. Pero no hay problema, ángel. Te juro que volverás a mí y serás mía.
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