Audi al salir de la empresa y dejándose ver por la recepcionista subió a su lujoso auto feliz de lo que hizo. Se sentó y en su imaginación se perdió en lo que tanto deseaba, sus más preciados sueños de venganza y sobre todo de cómo iba a disfrutar todo el dinero de Sebastián Cárdenas. Primero lo seduciría, luego se casaría con él y unos meses más tarde sería la viuda más rica y joven que Melbourne haya conocido. Cuando se disponía a encender el motor del vehículo de repente sus ojos vieron a Sebastián que salía al parqueadero. Ella frunció las cejas. Sin pensar salió del auto y se le acercó. —Hola amor…—dijo ella. Él se sorprendió al verla aún en el parqueadero de la empresa. Ya comenzaba a oscurecer. Quería hacer algo pero que ella no supiera. Una de las sugerencias de Dubois.