Luego de mi viaje por el transporte público, al llegar fui con el director Frank porque el profesor no me dejo entrar a mi siguiente clase, es más se aseguró hasta acompañarme a la oficina del señor Frank. ¿Realmente podré lidiar con esto?
- Hola señor Frank - salude un poco desganada tras pasar su puerta.
Se giró sobre su silla - ¿y ahora que paso? - se notaba en su mirada y en su forma de hablar que no quería verme allí.
- No tengo ninguna excusa - me limite a decir. Baje la mirada, como es posible que faltando tan poco sea tan mala alumna.
- Suspendida una semana - me miro molesto, de verdad no quería estar suspendida y menos cuando estábamos cerca de los exámenes. - Puedes pedirle a tú compañeras de clase que te pongan al día si quieres estar lista para los exámenes - me sugirió.
- ¿una semana? - me queje. - ¡por favor menos tiempo director! - le suplique.
- tres días y solo porque llevas buenas notas - replico y yo le sonreí a más no poder. Quizás era tan bueno conmigo porque estaba enamorado de mí en secreto. Risas internas. O quizás sabe que eres una buena persona que pasa por muchas cosas.
- ¿quién era ese? - chillo Dani en cuanto me acerque a ella. Las encontré en el comedor del instituto, a la hora del almuerzo.
–El tipo del auto que choque –dije entre dientes. –Y tiene novia? - pregunto. La mire mal.
–No lo sé, lo único que se es que tengo que hacer lo que me diga- respondí de mala gana.
- ¿porque ?, que suerte tienes– rio confundida.
–Porque no tengo ni un cinco para pagarle, así que– me corte. - ni modo.
- Eso huele a s*x… - grito Fátima acercándose. Unos chicos voltearon la mirada y las tres reímos.
– no chicas, ese Baxter es una basura, es un amargado, engreído, arrogante...
–…y guapo – me interrumpió Dani. Hice una mueca. – por su culpa me suspendieron tres días- me queje.
–Pero es guapo– repitió Fátima.
Mi celular comenzó a vibrar: "Llamada: Señor Arrogante". Le cambie el nombre esta mañana, era ideal para este hombre.
– ¿Qué?- conteste sin ánimos.
–primero a mí me respetas- dijo del otro lado de la línea. – y segundo necesito que vengas a la empresa– ordeno.
Rei. –no traje mi auto- me excuse, de igual forma estoy suspendida así que no importaban las clases.
–y qué? ¿no hay nadie que te pueda venir a dejar? – pregunto con un tono más amable.
-no- respondí.
-bueno – se corto. Seguramente vendrá por mí. – por algo tienes piernas- bufo, y volvió a su tono de voz natural. ¿Por qué esto no me extraña?
– Queda como a una hora de aquí!- le grite a través del teléfono. Danielle y Fátima se despidieron de mi con un gesto de mano después de que toco el timbre para entrar a clases de nuevo. Ellas asistirían a clases, no yo.
–por eso será mejor que te apures – replico seco – y Maddie si puedes pasar por tu casa y cambiarte de ropa, sería mejor. Adiós – añadió finalizando la llamada. ¿algo más? ¿una coca cola fría o algo? Esta era la primera vez que me llamaba por mi nombre, ese es un avance.
Decidí ir a mi casa caminando ya que quedaba solo a 10 minutos de el instituto, al llegar me di una ducha rápida, nunca me había gustado que las personas me dijeran como vestirme. Nunca lo hubiera permitido. pero cuando fui a esa empresa esta mañana me sentí intimidada por las mujeres que me miraron de mala gana, incluso hasta por la cara de asombro de los hombros. Cambie mis shorts por un vestido con estampado de flores pequeñas y cambien mis zapatillas por zapatos de tacón delgado. Mire la hora, tres de la tarde.
*llamada de Señor Arrogante*
– En donde demonios estas?! – pregunto tras la línea, se escuchaba alterado. Mire la hora, cuatro y cinco minutos.
– estoy bajándome del auto – respondí mientras caminaba hacia la entrada. Me apresure.
–bien- dijo más calmado. – sube hasta el último piso, y en la recepción no digas nada solo pasa a la oficina – colgó.
Subí hasta el piso número 20, no pude evitar sonrojarme ante las miradas coquetas de los hombres y las miradas de las mujeres que me examinaban. Pase de largo por la recepcionista, quien se puso rápidamente de pie y me siguió. – Señorita… - me llamo tratando de alcanzarme. – lo siento, me están esperando – me limite a decirle. Ella se paró en seco.
– ya estoy aquí – anuncie al abrir la puerta de caoba. Harry estaba de pie mirando unos papeles.
– ¿que no sabes tocar? – pregunto serio, me miro de pies a cabeza con una leve sonrisa. – gracias, Andrea – dijo mirando detrás de mí. Supongo que se refería a su secretaria.
– pero tu dijiste que…– alzo su dedo en señal de que guardara silencio. – ¿sabes cocinar? – pregunto interrumpiéndome.
–Pues sí, algo así- vacile, no es que fuera una Master Chef pero me defendía. – lo normal, ¿por qué?... – volvió a mirarme con esos ojos intimidantes.