Respiré con agitación, mientras veía el caos que había hecho en el elevado matorral a mi lado. Su mano reposó en mi hombro y sin miramientos la aparte, como si me quemase, como si su tacto me ardiera justo como en este instante mis ojos arden con fervor; mordí mi labio inferior con fuerza y esmero sin poder moverme un centímetro. Mis labios se separaron levemente y un dolor agudo se instaló en mi garganta al verme aguantando mis lágrimas, luego de varios minutos en una misma posición en donde ninguno se movió, limpié mis labios con el dorso de mi mano y volteé a verlo. —Tenemos... dieciséis —aseveré y una mueca de dolor se hizo presente en mis labios, mientras negué débilmente con la cabeza—. Tengo dieciséis, en serio... ¿ibas a hacerme eso? Sus intenciones no se habían hecho claras par

