Cuando las puertas del ascensor se abrieron al llegar al primer piso, lo primero que hubiera tomado en cuenta un camarógrafo hubieran sido el par de tacones que de allí salieron sosteniendo los pies de una diva embarazada. Habían transcurrido cinco meses desde que le hicieron saber la noticia más hermosa que había recibido en su vida, ser madre era que le daba esa especie de ansiedad risible, esas ganas inmensas de que transcurriera el tiempo rápidamente para cargar en brazos al fruto de su dulce espera.
La cámara de algún director de cine se hubiera elevado hasta las rodillas de ella y lentamente por todo su cuerpo hasta enfocar su cara; toda ella era glamour, estilo y carisma. Era la modelo de su propia marca, era la esencia de su cálida y gentil personalidad, era ella simpl
