Mason estaba en el balcón de la habitación del hotel, apoyado en la barandilla con el teléfono aún en la mano, mirando hacia el horizonte de Delmor. El aire frío de la mañana lo envolvía, pero su mente estaba demasiado ocupada para notarlo. La llamada de Samuel había sido inesperada. Nunca hubo indicios de cordialidad en su relación y menos después de los recientes enfrentamientos. Invitarlo a un almuerzo en pareja era un giro extraño, casi inquietante. Samuel nunca hacía nada sin un propósito oculto. Sabía que aquello era una orden, no algo salido de él. Nina salió del baño envuelta en una bata ligera, secándose el cabello con una toalla. Lo vio desde la puerta, su postura rígida, la forma en que sus hombros parecían cargados con un peso invisible. Frunció el ceño, dejando la toalla

