Los días se habían convertido en una maraña de horas interminables para Ella. Frente a ella no quedaba más que una única salida, la inevitable. Había recorrido cada rincón de su mente buscando soluciones, alternativas, cualquier cosa que evitara el camino al que se veía forzada a regresar. Samuel Hill y su familia estaban en la cima de una cruel victoria, una que ahora, con cada paso que daba, le arrancaba fragmentos de su orgullo y su alma. El peso del deber aplastaba sus hombros; amaba a su familia, amaba la empresa que había sido el esfuerzo de generaciones. Por amor, por lealtad, por sacrificio… debía hacer lo que era correcto, aunque la desgarrara. La puerta de su casa se cerró tras de ella con un golpe sordo. El silencio del lugar la recibió con una frialdad que nunca había sent

