La lluvia había cesado, pero el mundo seguía en silencio. Silvia se encontraba sentada al borde de la cama. El cuerpo de Azazel yacía frente a ella, respirando con esfuerzo, aunque ya sin sangrar. Dormía, o al menos, eso parecía. Su expresión era apacible, más joven, más humana. Como si el peso de su historia se hubiera desvanecido por unas horas. Ella no podía apartar los ojos de él. No sabía qué hacer. No sabía qué pensar. Apenas unas horas antes, había tenido un ángel colapsando en sus brazos. Había visto sangre negra brotar de su boca. Había sentido el ardor de una marca demoníaca transformarse en un símbolo divino… o en algo más oscuro. Había visto espadas cruzarse. Muertes reaccionar como un solo cuerpo. Había escuchado nombres que no comprendía. Azrael. Samael. Shamael. Dios m

