TRAMITANDO LA VISA

1838 Words
Cuando verificaba la disponibilidad de citas para tramitar la visa, por pura casualidad, verifiqué al día siguiente. Era una locura que ni yo misma me podía explicar, pero había un único espacio a las once de la mañana. Solo para “ asegurar” el espacio, coloqué todos mis datos, como si fuera a acudir en ese lugar. Al terminar el registro revisé, la disponibilidad el resto de los días y ¡nada! No había ni un solo espacio hasta enero. ¡Era increíble! Parecía como si ese lugar estuviera esperando solo por mí. ¡Eso es a lo que yo llamo "buena suerte"! Él costo del trámite era un poco caro. De hecho, si pagaba mi visa, literalmente me quedaría sin dinero. Pero quería ver si eso estaba pasando en verdad para mí, así que a pesar de quedarme sin dinero, llegué hasta el final. Me imaginaba que hotel y vuelo estarían pagados para dos personas. Pero hacía falta la otra persona… Como ya no había ni un espacio más para el trámite de la Visa, ninguno de mis familiares podría acompañarme. Y me imagino que un concierto navideño no era lo que se consideraba “un caso de urgencia” para el trámite de una Visa de emergencia… Así que, pensé que tal vez alguno de mis compañeros de la universidad tendría visa y quisiera acompañarme. Llamé a todos en mi agenda y ninguno podía. Muchos de ellos no tenían visa vigente, y muchos de los otros ya tenían planes. No conseguí a nadie esa noche. A la mañana siguiente, coloqué un anuncio en las apps de citas diciendo “Si tienes visa de turista y quieres ir a un concierto de Adrés Boticelli en Nueva York, escríbeme.” Después fui a tramitar la visa con los boletos y todos mis documentos. Tenía un poco de miedo, porque no sabía exactamente las condiciones del viaje, dónde me quedaría, o cuántos días. Normalmente si notan que no tienes claros los datos de tu viaje, pueden creer que lo estás inventando y no darte la Visa. Literalmente estaba temblando, esperando por mi visa, pero ya estaba ahí, y ya no podía hacer nada. Tampoco era un buen momento para hablar y preguntar por el concurso, porque de hecho no puedes usar tu celular dentro de la embajada. Finalmente llegó mi turno y pasé a la ventanilla correspondiente. Desde el principio hablé con ellos en inglés. Les expliqué que había ganado esos boletos, y que necesitaba la visa para tomar el premio. La persona en la ventanilla tomó mis documentos, me preguntó que si había viajado antes y le dije que sí. Luego me preguntó que con quién iría, le dije que esperaba que mi novio, quien ya tenía visa, me confirmara… > pensé. La persona de la embajada tomó mis boletos, me dijo que tomara asiento y fue a hablar con alguien. Yo confiaba que mis estados de cuenta del mes anterior, donde todavía tenía suficiente dinero, me ayudarán a hacerlos creer que tenía suficiente liquidez de dinero en cualquier caso de urgencia. Además, todavía tenía un seguro médico que estaba pagando por mi trabajo, válido en los Estados Unidos también… Parecía estar todo en orden, con excepción de que en la realidad, me estaba quedando sin dinero. Después de unos minutos, la persona me regresó los originales de mis documentos y me pidió que pasara a pagar a la caja. Eso sonaba como una buena noticia, al parecer, mis documentos sí cumplían con los requisitos. Fui a pagar, y regresé con mi comprobante a la ventanilla. La persona me dijo que eso era todo, y que en una semana podría verificar si ya podía ir por mi visa. Parece que todo salió bien esa mañana. No me hicieron muchas preguntas y mis documentos habían sido aceptados. Me dirigí a casa, dispuesta a hablar a la empresa que daba el viaje, y preguntar si no había problema con ir sola, o hasta cuándo podía registrar a la otra persona. Cuando llegué, tomé un vaso de jugo de la cocina y verifiqué mis chats en aquellas apps. No obtuve ningún mensaje al respecto, y por si fuera poco, en una hora que estuve metida en la app, no obtuve ningún match. ―¿Esto significará algo? ¿Por qué no logro encontrar a nadie que quiera ir conmigo? ―Me pregunté, curiosa por mi destino. Se me ocurrió que podía poner el otro boleto a la venta en internet, porque así podía enfocarme en una persona que le gustara el mismo artista que a mí. Y así, cuando esa persona lograra ver el precio tan económico, se animaría a ir… Pero eso significaría ir con una persona completamente extraña, y podía ser muy peligroso… Lo dejaría como última opción, dependiendo de qué fuera lo que me dijeran por teléfono. Me senté en el sofá, y tomé unas fotografías del boleto, por frente y por detrás, y luego lo puse a la venta en una página de internet. Solamente pedía mil pesos por él. Considerando que el vuelo estaba incluido, aquél precio debería ser irresistible, incluso para cualquier persona que quisiera viajar cómodo y barato. En ese momento, mi mamá se dió cuenta de lo que estaba haciendo y me preguntó desconfiada. ―¿Qué estás haciendo? ¿Y esos boletos? ¿A dónde fuiste esta mañana?... A ver… ―dijo, recogiendo mis boletos. Aunque ella no habla inglés, de todos modos entendió que se trataba de un concierto navideño de Andrés Boticelli en Nueva York. ―¡No me digas que estás pensando ir a este concierto! ¿Te acabaste todo tu dinero en estos boletos? O, ¿con quién irás?... ¿Te invitó un hombre?... Los hombres no dan regalos así por nada… ¡Puede tratarse de un secuestrador! ―Comenzó a juzgar mi querida madre, de una forma muy precipitada. Mi mamá siempre exageraba en todas las cosas que yo hacía. Fue lo mismo cuando viajé por primera vez yo sola. Tuve que explicarle que se trataba de un concurso, y que aparentemente todo estaba pagado, aunque yo todavía no tenía con quién ir. ―Invita a tu ex novio Eduardo. Él es extranjero, ¿no? Debe tener visa. La idea de mamá era terrible, pero podría funcionar. Él es un arquitecto español y viaja constantemente a los Estados Unidos, porque debe hacer escala cuando viene a México. Quizás pudiera servir, así que lo intenté. Le hice una señal a mamá con la cabeza de que lo consideraría, pero necesitaba que me dejara a solas. Ella entendió perfectamente y se fue a otro cuarto. Así que, llegó el momento de marcarle. De primera instancia, creí que no respondería, pero lo hizo… Milagrosamente, lo hizo… Comencé a preguntarme, si él aceptaba, quizás era el destino para reconciliarnos… ―¿Bella? ¿Todo está bien? ―Me preguntó Eduardo por teléfono, un poco sorprendido de mi llamada. ―Hmmm… ¿No te molesto? ¿Estás ocupado? ―Pregunté para abordarlo, haciendo un poco de rodeo. ―Estoy en la oficina… ¿qué pasa? ―dijo, ya un poco molesto. ―Hmmm… ¿Recuerdas que el año pasado fuiste a España e hiciste escala en Estados Unidos? ¿Tu visa sigue vigente? ―Bella, te dije que no puedo platicar contigo… Ya dime qué pasa… ―Me replicó, bastante molesto por no ir al grano. ―Está bien… te diré… Tengo unos boletos para un concierto en Nueva York, con viaje incluido. Son para dos personas, pero no tengo con quién ir… Me preguntaba si quisieras ir conmigo… ―dije, de manera concreta y resumida. ―¿Un concierto? ¿De quién?... ―Preguntó, poco interesado. ―Es un concierto de Andrés Boticelli… Un especial navideño… ―dije tímidamente, esperando convencerlo. ―¡Eso imaginé! ―dijo Eduardo. ―Eso es muy tú… Sabes que a mí no me gusta la música clásica… Además, si pudiera ir, que no puedo, no iría contigo.―Insinuó cobardemente, con el afán de molestarme. ―¿Qué? ¿Por qué no? Hasta hace un par de meses, tú decías que me amabas… ¿Qué pasó? Dime…―Expresé tranquila, en busca de explicaciones. ―Lo que pasó es que me di cuenta que el amor debe ser en ambos sentidos, y no en uno solo. Todos estos años el amor solo iba de mi parte y de tu parte nunca recibía nada. Siempre fuiste muy fría conmigo, y tú lo sabes muy bien. Ahora, si no tienes nada más que decirme, debo irme… ―Hm… Está bien… Adiós. ―Me despedí, sabiendo que sería un adiós para siempre. Sin decir una palabra más colgué el teléfono. Pero me dolía reconocer que él tenía razón. Creo que en realidad no estaba enamorada de él. Me di cuenta de que duré tanto tiempo con él porque encajaba muy bien en el prototipo de novio perfecto que todas las mamás quieren para sus hijas: Alguien alto, guapo, con un buen trabajo, sin vicios y fiel. Pero, quizás mi prototipo de novio perfecto buscaba algo mucho más allá. Una conexión inolvidable de almas. Sí, creo que a veces soy muy imaginativa e ingenua, pero si las almas gemelas no existen, entonces ¿cuál es el sentido del amor? No creo que pueda amarse a una persona solamente para evitar que se extinga la especie humana. Y con tantísimas personas que existimos en el mundo, eso es muy difícil que suceda. Además, ¿dónde quedaron aquellas conexiones que respiraban amor por los poros con solo verse a los ojos? ¿Dónde están esos amores de antes de los cuáles se escribían las novelas? Yo aún tenía fe en ese amor, y sabía perfectamente que Eduardo no podía dármelo. Con esto en mente, decidí que revisaría una última vez las apps de citas. Ya tenía algunos mensajes, lo cuál me sorprendió. Por un instante, pensé que ya había encontrado alguien con quien ir, pero nop. TIPO 1: "¿Un concierto? Yo te invito a un concierto mejor, de los Weat Dreams, heavy metal y rock… Será este sábado nena, te puedes quedar en mi casa…" TIPO 2: "Vi lo del concierto… No puedo ir, pero ¿qué tal unos drinks esta noche???" TIPO 3: "Soy el chavo que te invitaba a una party… ¿Sí vas a querer ir o no? ¿Por qué no contestas????" TIPO 4: "Hola bb. Estás bien guapa eh.. Si vemos un concierto en mi pantalla y tomamos una cerveza... ¿puedes hoy a las 10 pm?" TIPO 5: "Qué rica estás nena… Quiero @#%$te" Descartados TODOS… ¡Un fracaso! Nadie se ofrecía para ir al concierto. Ni modo. Decidí que finalmente hablaría a la compañía que organizaba el concurso y haría lo posible por que me aceptaran ir yo sola, y si no era posible, intentaría conseguir a un desconocido que comprara mi otro boleto. Eso era lo único que podía hacer ya.
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