XANDER Golpeaba el pie ansiosamente contra el suelo. ¿Por qué se había ido así? ¿Qué dije que estuvo mal? Mi cabeza daba vueltas. Pensé que todo había salido bien. O sea, sí, le tomó un segundo responder, pero aceptó. Probablemente todos pensaron que fue por el impacto, de todos modos. Apoyado contra la pared, conté los segundos, llegando a más de doscientos antes de que finalmente se abriera la puerta del baño. Salió Maeve, con una expresión compleja en el rostro. No podía decir si estaba a punto de llorar… o si pensaba matarme. Y esa era una mirada aterradora para recibir de una mujer. —Saldrá en un segundo —dijo Maeve con brusquedad—. Y sé delicado con ella. —¿Qué? Eso es confuso de mierda. —Escucha —bajó la voz, señalándome con el dedo de una forma casi amenazante—. Ella es mi me

