CAMILA —¿Richard? —fruncí el ceño al ver que seguía inclinado. Me acomodé la blusa, sintiendo una ligera esperanza ante la posibilidad de que Richard y yo pudiéramos ser algo real. Solo tengo que decirle lo de... —¿Qué carajos es esto, Camila? —se irguió de golpe y mis ojos bajaron a la imagen en su mano. Me quedé boquiabierta. —Por favor, déjame explicarte. —Levanté las manos en señal de rendición—. Yo solo… solo… puedo explicarlo. —¿Ah, sí? Porque me encantaría saber qué está pasando. ¿Por esto terminaste lo nuestro? ¿O es esta la razón por la que aceptaste tan rápido el trabajo en Los Ángeles? —Su tono estaba lleno de ira… y de dolor. —Estoy… tengo doce semanas de embarazo —escupí las palabras como si fueran a estrangularme, y esperé a que Richard hiciera las cuentas en su cabeza.

