La historia de Dakota y Kellan
DAKOTA
—Aquí es —dije y salí del taxi. Hailey me siguió—. Te va a encantar.
—No puedo creer que nunca haya venido aquí —dijo cuando entramos al bar, a solo un par de cuadras de donde solía trabajar.
Nos sentamos en una cabina hacia el fondo. Alguien estaba de pie con una guitarra sobre la plataforma que también servía como escenario cuando venían artistas invitados a mostrar su talento, y un técnico trabajaba en los cables detrás de él.
—¿Ya conociste a tu nuevo jefe? —preguntó Hailey.
—Todavía no. Tiene la agenda llena, pero los demás dicen que es un imbécil.
Una mesera se acercó para tomar nuestra orden.
—Vodka con tónica —dijo Hailey.
—Yo tomaré una cerveza —dije—. La que tengan de barril. Y dos shots de tequila para empezar.
Hailey frunció la na
