FERNANDA Asentí. Quería saber de dónde la conocía. Quería saber si eran algo serio. Quería saber muchas cosas, pero si le preguntaba, parecería que me importaba. Lo cual no era cierto. — Te ves bien, Fernanda — dijo Eilan. — Lo sé. Eilan sonrió. — Toma una copa conmigo. — He estado tomando copas toda la noche. — Lo noté. Levanté las cejas. Eilan alzó la mano para llamar al camarero y pidió una copa de vino y un vaso de whisky. Las bebidas llegaron, y Eilan levantó su vaso hacia mí en un brindis. — Por el pasado. — Sus ojos se clavaron en los míos, y en ellos vi mundos enteros que quería explorar. Su mandíbula cuadrada lo hacía parecer un dios, y me sonrió. Maldita Anna que vino con él. Levanté mi copa, y las chocamos. Cada uno tomó un sorbo. — Este vino es fantástico — dije. —

