Dakota
Rachel se veía mucho más como ella misma cuando entré a la habitación del hospital.
— No tienes idea de lo feliz que me hace ver tu rostro sonriente — dije y abracé a mi hermana, aplastándola contra la cama del hospital. — Realmente pensé que iba a perderte.
— Oh, no, no voy a ninguna parte — dijo Rachel. — Todavía tengo muchas cosas que quiero hacer.
Sonreí y me senté en una silla que acerqué desde donde estaba contra la pared.
— ¿Qué te dijeron?
— Es lo mismo que tuvo mamá — dijo Rachel suavemente. Mi corazón se hundió. — Pero ahora es diferente. La tecnología ha avanzado mucho en los últimos años, y lo detectaron temprano. Me han puesto un cóctel de medicamentos y me dieron esta cosa ridícula en la que tengo que soplar dos veces al día para mantener mis pulmones fuertes y f
