DAKOTA Cuando nos detuvimos frente a la casa, estaba lloviendo a cántaros. La lluvia caía en cortinas, y corrí hasta la puerta para abrirla antes de meter a los niños. Un relámpago brilló con fuerza y, justo después, un trueno retumbó. Los niños gritaron, pero cerré la puerta de golpe y ya estábamos a salvo dentro. —Pongámonos ropa seca antes de hacer cualquier cosa —dije. Tammy y Benjamín fueron a su habitación. Ellos podían elegir su propia ropa, pero Rory aún necesitaba ayuda. Mientras elegía un nuevo conjunto para ella y le ayudaba con los zapatos, sonó mi teléfono. —¿Sí? —dije, sujetando el teléfono entre el hombro y la mejilla. —¿Tu hermana está bien? —era Kellan. —Oh, sí. Está bien. La van a dejar esta noche… gracias por preguntar. —¿Quieres que nos veamos esta noche? —Estoy

