KAIRA Lloré todo el camino al aeropuerto. Siena iba sentada a mi lado, en el asiento del conductor, y no sabía qué decir. —¿No hay manera de que hables con él? —preguntó por centésima vez. —¿Y decirle qué? Él dejó claro que no quiere esto, y yo ya sabía que sería así —sollocé, limpiándome las mejillas con las mangas—. Sabía que esto iba a pasar. Solo duele muchísimo saber que no se trata de mí, ni del bebé, sino de él. Siena negó con la cabeza. —Algo no cuadra. No es el Thiago que yo conozco. —Es el que yo conozco. Después de todo, él me había dicho que no quería hijos, ¿cierto? Me lo había dicho claramente, que no era la vida que deseaba. Aquella noche, cuando me dijo que estaba enamorado de mí, debí haberle dicho que era mejor que siguiéramos como amigos. No debí aceptarlo, no deb

