RYDER —¿También te dijo “Te amo, cariño”? —¿Con quién diablos estaba hablando? Mi cabeza daba vueltas por las palabras que juraba haber escuchado, y llevaba despierto menos de cinco minutos. Quería convencerme de que lo había soñado, pero sabía que no venía de ningún sueño. No de los conscientes, al menos. —Tengo que salir de aquí. Me incorporé justo cuando Avery apareció desde el balcón, con el teléfono en una mano y la otra pasándola por su cabello desordenado. No importaba lo que demonios hubiera dicho allá afuera, seguía viéndose jodidamente hermosa al natural, y tuve que luchar contra el impulso de hacerla volver a la cama. Pero hay alguien más… Y el teléfono en su mano era la prueba de que sí había escuchado lo que creía. Avery no era del tipo que le ponía los cuernos a nadie

