RENATA
—¿A quién aquí le gusta un buen espectáculo? —gritó el stripper, vestido con un disfraz de policía, desde el centro del círculo en el que estábamos sentadas. Traté de evitar el contacto visual, ya de por sí incómoda por la sala privada a la que nos habían llevado. Mi teléfono vibró en el bolsillo, y lo saqué con disimulo para leer el mensaje borracho de Xander.
Suspiré. ¿Por qué sigue disculpándose?
—Tú, la del vestido rojo —llamó la voz del stripper—. Guarda ese teléfono, o tendré que arrestarte.
Arranqué la vista de la pantalla y la levanté, encontrándome con los ojos color chocolate del tipo. No podía ser mucho mayor que yo—si es que no era incluso más joven. Uf.
—Perdón —murmuré.
—¡Arréstala! —gritó Maeve, estallando en carcajadas mientras se servía más vino—. Se lo merece
