XANDER
—Vámonos —mi abogado, Sam, parecía furioso cuando salí de la cárcel, todavía sosteniendo mi bolsita de plástico con mis cosas—. No puedo creer que hayas hecho esto. Genna nos va a arrancar la cabeza a los dos.
—No sé por qué carajos te tomó toda la maldita noche venir a buscarme —gruñí, ignorando el dolor de cabeza que me partía en dos—. Ni siquiera recuerdo qué pasó.
Sam soltó una risa sin humor.
—Lo mismo de siempre, Xander.
El conductor del Tahoe abrió la puerta trasera, y yo ignoré los flashes de las cámaras a mi alrededor mientras subía al auto junto con Sam. No recordaba nada después de que salimos del club. Saqué mi celular de la bolsita con cierre y traté de encenderlo, sin éxito.
Muerto. Qué novedad.
—Justo cuando pensábamos que te estabas enderezando —empezó Sam, ne
