XANDER Mi polla latía con fuerza mientras la llevaba por la casa, sin detenerme hasta que me indicó su habitación. Ni siquiera me molesté en mirar el cuarto antes de acostarla en la cama. Solo quería retomar donde lo habíamos dejado. Le arranqué la camiseta por la cabeza, y ella respondió con la misma intensidad, arrancándome la mía también. A diferencia de antes, esta vez no dudé, desabroché el gancho de su sujetador y finalmente pude ver sus tetas firmes. Y eran incluso mejores de lo que había imaginado. —Joder —murmuré, incapaz de resistirme. Mis labios se posaron sobre su pecho, su espalda se arqueó cuando succioné la suave piel con la boca. Gritó, y deslicé las manos por sus caderas, aún cubiertas por los jeans. Necesito quitarle esto. Nunca me había sentido tan desesperado por

