AVERY
No importaba cuántas millas corriera en la caminadora, nada lograba quitarme el dolor del corazón que había vuelto a colarse en mí. Mi mente me torturaba, reproduciendo una y otra vez aquella última noche con Ryder. Él se había cerrado por completo, sin darme casi ningún cierre…
Y luego se fue el fin de semana siguiente.
A mi yo de dieciocho años la destrozó. Y aunque me había recuperado y seguido con mi vida, el corazón todavía dolía si pensaba demasiado en eso. Me hacía sentir loca. Mucha gente había tenido el corazón roto en la adolescencia y lo había superado sin más.
Pero yo no.
—Solo es un amorío —me dije frente al espejo, justo después de terminar de secarme el cabello. Había evitado a todos pasando mi tiempo en el gimnasio y luego refugiándome en mi habitación para alist
