Monserrat Nos bajamos del avión y la verdad estoy agotada, durante todo el viaje con tal de evitar a Alberto quise dormir y traté de dormir pero me fue imposible, lo único bueno fue que él prefirió tomar su jet privado y no fueron tantas horas de viaje, pero bueno por fin estamos en lo que se supone que va ser nuestra luna de miel, mientras Alberto baja nuestro equipaje yo me dedico a observar la hermosa vista que da a la playa, siento como la suave brisa acaricia toda mi piel, la verdad es maravilloso sentir tanta paz en un solo lugar. —¿Hermoso verdad? —susurra Alberto a mi oído, giró y quedó a escasos centímetros de sus labios tanto que puedo sentir su aroma a tabaco. —Si es hermoso, nunca había venido aquí y la verdad es hermoso —respondo echándome hacia atrás, no sé porque mi padre

