La piel tiene una memoria tan perfecta que, sin importar las distancias o los tiempos, ella siempre recuerda a quién pertenece y se somete ante él con solo sentir su presencia. Irina Mi interior se ha vuelto una gelatina, gracias a la humedad que brota de mi entrepierna sin razón aparente. Trato de deshacerme de ese extraño deseo de ser tocada y camino por todo el salón, pero mi mente y mi cuerpo se niegan a dejar ir eso que me está consumiendo. Siento el fuego arder en mi pecho, me siento provocativa, seductora, pero no de la manera que quiero o planifiqué, sino de un modo natural, como si todo mi ser reaccionara ante una presencia desconocida. Hasta ahora únicamente he sentido su mirada puesta en mí y sin importar la dirección que tomen mis pasos, la sensación no varía. Me dirijo al

