Capitulo Diecisiete

1245 Words
Cómo saber que eres tú quien habita en mi mente, si por más que intento no logro ver tu rostro entre mis recuerdos, solo escucho una voz que dice que me ama.  Irina Creo que ahora sí estoy perdiendo el sentido completamente, no puede ser posible que Alexey esté despertando algo en mí, sobre todo, cuando llevamos tanto tiempo juntos y no existe día en el que el odio que sentimos el uno por el otro no quede en evidencia. Él también se ha estado comportando de una manera extraña, como si fuese otro hombre, pero eso es imposible, tal vez estoy viendo cosas donde no las hay, o en realidad si estoy perdiendo el juicio. A fin de cuentas, es probable que eso sea lo mejor. Hablando del rey de Roma, Alexey aparece en mi campo de visión. Por más que lo observo, buscando un indicio que me diga que no es el Alexey que conozco, no encuentro nada, más que su extraño comportamiento. Por lo general, su mirada hacia mí siempre está cargada de odio y desprecio, sin embargo, ahora es tan… diferente que, ni siquiera logro definirla, y es que hasta me estremezco cuando sus ojos se cruzan con los míos, la fibra más oculta de mi ser tiembla ante tal acción y la verdad no sé cómo reaccionar. Y por si fuera poco, cuando estuvimos peleando pude notar cómo evitaba hacerme daño, le preocupaba herirme, y al final reaccionó como lo hizo fue porque yo lo incité a hacerlo. Lo insulté hasta el cansancio con esa intención, y aunque lo conseguí, jamás me golpeó con la misma fuerza de siempre. ―Irina, necesito que hablemos ―pronuncia, dejándome sin palabras, nunca ha querido cruzar más que insultos conmigo. ―Tú y yo sabemos que no necesitas mi permiso para proferir tus insultos ―digo a la defensiva―, del mismo modo, yo no me quedaré callada ―indico. ―No pienso faltarte el respeto, no a menos que tú lo desees. ―Casi me voy de culo por sus palabras, si no lo tuviera frente a mí, juraría que no se trata del mismo hombre que conozco tan bien. ―Me parece absurdo el jueguito, pero habla, te escucho ―señalo, manteniendo mi posición defensiva. ―Solo quería que conversáramos, que dejemos esta actitud de desprecio entre los dos. ―Me deja con la boca abierta―. Tenemos que trabajar juntos para atrapar a Stuart y me parece que lo mejor que podemos hacer es una tregua, concentrarnos en el objetivo, ya después veremos lo que sucede, si mantenemos la paz o nos declaramos la guerra nuevamente. ―Lo observo, buscando la trampa en sus palabras, no puedo confiar en un ser que siempre ha buscado la ocasión para abusar de mí, que vive recordándome que soy la puta del jefe; algo trama. ―No soy tan idiota como piensas, no voy a caer en tu jueguito, te aseguro que voy a descubrir qué es lo que tramas y luego disfrutaré de ver como recibes tu castigo, que espero sea tan espantoso como el que estuve obligada a presenciar ―digo segura de mis palabras. Sokolov no es un hombre de paz, mucho menos de buscar alianzas o treguas cuando se trata de demostrarle a Víctor que es el mejor en todo. ―Estoy siendo sincero ―replica y da un par de pasos para acercarse a mí―, estoy harto de vivir en guerra, además creo haberte dicho que mis intereses habían cambiado. ―Sus manos sujetan las mías y me acerca aún más a su cuerpo, puedo sentir su respiración golpear mi cara, sus ojos se clavan en mis labios y sin poder evitarlo mi cuerpo empieza a temblar de miedo, al tiempo que un maldito deseo despierta en mi intimidad. Jadeo presa del magnetismo varonil que descarga sobre mí. Sus ojos se oscurecen mucho más si es que eso llega a ser humanamente posible, sus labios se curvan de medio lado, cierro los ojos cautiva de lo que me hace sentir, pero antes de que pueda besarme me libera y se aleja nuevamente, me da la espalda, seguramente para ocultar lo mucho que le afectó su atrevimiento conmigo. ―Dime, ¿por qué estás aquí?, ¿cuáles son los motivos que tienes para quedarte?, verdaderamente, ¿por qué quieres ir detrás de Stuart?, piensa en mis palabras y me das una respuesta después ―dice, y se va, dejándome de nuevo sola con tantas preguntas en mi mente, con la adrenalina corriendo en mis venas y deseando consumar lo que sea que haya despertado en mi interior. De nuevo esa sensación de nostalgia que me indica un camino que desconozco, pero que de un modo u otro me asegura que es el que debo seguir. Sin embargo, la sed de venganza me mantiene anclada en este sitio, no puedo simplemente abandonarlo todo sin vengar la memoria de mis padres, ese es el único motivo que tengo para estar aquí y para querer matar al hombre que desgració mi vida entera, el que me dejó sin familia por su maldita ambición. Decido ir en busca de Alexey, no tengo nada que pensar cuando la respuesta está tan clara, no me importa cuánta nostalgia estoy sintiendo dentro de mí, no pienso poner un pie fuera de este lugar hasta que logre mis objetivos, no pienso ser el juguete eterno de Víctor, pero con la cabeza de Stuart pagaré mi deuda con él, al tiempo que obtendré mi propia recompensa. ―Alexey ―llamo, y detengo sus pasos―, tú sabes por qué estoy aquí, tú fuiste quien me trajo, sabes bien que Stuart asesinó a mis padres y que Víctor ofreció ayudarme en mi venganza, no pienso dejar eso de lado mientras el malnacido esté con vida. Y no me hace falta establecer una tregua contigo para lograrlo, tanto tu cabeza como la de Stuart se las entregaré en bandeja de plata a Víctor ―sentencio. ―¿Estás segura de tus palabras? ―cuestiona, provocando que mi determinación se tambalee. No sé por qué me da la sensación de que quiere decirme algo. Pero, ¿por qué mierda no lo dice y ya? No puedo fiarme de él, ahora no puedo empezar a dudar de lo que conozco, no puedo hacerlo, porque es lo único que mantiene mi mente estable, tener un objetivo fijo. De pronto, imágenes del día del accidente saltan a mi cabeza y todo se vuelve confuso. Estiro las manos buscando sostenerme de algo cuando mi visión se torna borrosa y no sé qué enfocar, todo da vueltas… voces, gritos, todo se escucha con tanta claridad. Dejo que los gritos atrapados en mi pecho salgan fuertes por mi garganta cuando siento que estoy a punto de volverme loca, creo que la cabeza me va a explotar en cualquier momento. Alexey se acerca, me sostiene, pero lo aparto de mi lado, su tacto quema como el hielo. Lo veo a él cargándome, veo sangre, pero no veo a mis padres, solo grito pidiéndole a Stuart que nos salve. Caigo al suelo sin comprender lo que sucede, ¿por qué está él en mis recuerdos? ¿Por qué pronuncio su nombre de esa manera? ―Lo siento, mi amor, pero necesito que duermas ―pronuncia Alexey, no entiendo por qué me llama «mi amor». Un pinchazo en mi cuello y todo se apaga.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD