En la puerta nos esperaba mamá, tenía la mirada triste y esos ojos verdes que nos había heredado se veían apagados, la consolaba mi hermana menor, Lizzie estaba ahí, luciendo mas madura que nunca, mas seria que cuando le arrebataba su vieja tortuga de juguete, y mas hermosa que nunca. -Lizzie…- susurre al estar frente a ella, s e giro y me miro, dejando a mama sola por un instante y correr a abrazarme, mis lagrimas estaban llenas de emociones confundidas, pero la que dominaba en el momento era la emoción de ver luego de tanto tiempo a mi hermanita, vuelta toda una preciosa mujer. -No puedo creer, estas aquí… Por fin- decía ella alejándose para mirarme con los ojos brillantes y ese verde tan especifico enfocado en mi. -Te quiero tanto, hermanita, mi nena traviesa- le dije estrechándol

