La comida no tardó más de diez minutos en servirse y todo se veía muy bien, incluso el excesivo plato de Malor. -Vas a salir rodando de aquí- le comenté. -Sí, ¿Qué pasa con tu apetito?- preguntó su padre engullendo su cerdo. -¿ Qué te pasa a ti con la salsa BBQ?¿En serio sigues comiendo eso?- contraatacó con comida en la boca. -Oh, Dios. Todos los sábados quiere comer costillas con salsa BBQ, alitas con salsa BBQ, filete con salsa BBQ, un día de estos seré yo la que esté cubierta de esa bendita salsa- dijo su madre con frustración y no pude evitar reírme de la cómica y familiar escena- ¿Qué hay de ti, Nat?¿Tu padre es también tan terco con su salud como mi esposo? La sonrisa de Malor se difuminó pero la mía sólo se desvaneció un poco mientras llevaba un trozo de puré a mi boca. -

