La camioneta estaba encendida cuando salí con un furioso Malor en el asiento de conductor, subí en silencio y apenas cerré la puerta arrancó. Sus nudillos estaban blancos y su mandíbula muy apretada. Estiré mi mano y apreté su muslo suavemente, me miró por un instante y suspiró, sacando un poco de la tensión sobre sus hombros. -¿Sabes qué es lo peor?- dijo con seriedad mirando aún al frente, no respondí pero él sabía que lo escuchaba- Si sólo hubiesen seguido mi orden a tiempo, si no hubiesen esperado a que el Ministro de Justicia diese la orden, la tendríamos bajo nuestra custodia. Estaría junto a su familia y siendo atendida por profesionales. Y ¿donde esta ella ahora? Quisiera saber. ¡Por Dios! Me gustaría pensar que aún esta viva, pero es tan díficil creerlo- su tono de voz era trágic

