Llegué a casa agotada, no físicamente sino más bien espiritualmente. Necesitaba liberar energía, e intenté con un poco de ejercicio pero a las 2 y cuarto de la madrugada aún no había pegado el ojo y estaba enojada conmigo misma.
No podía arrepentirme de lo que le había dicho a… Ella. Sabía que tenía razón, que no estaba errada y que si ella pensaba juzgarme tenía mucho que recibir de vuelta. Aún así, hubiese querido encontrarme con ella en otro momento. O quizás nunca, ¿Quién sabe?
Sin pensar salí de mi habitación evitando hacer ruidos e intenté despertar al gigante que dormía en la alfombra con una cobija de Spiderman, Malor roncaba, al igual que los gemelos y me hizo tanta gracia el momento que con el riesgo de despertar a todo el mundo por el flash, los fotografié. Me acerqué a él y
