El hospital estaba revuelto. Tardamos un rato en llegar al norte pero el lugar era un caos, más de 4 ambulancias y muchísimos heridos. Al parecer, no fue algo sencillo. Entramos directamente a la recepción donde ocupadas enfermeras tecleaban o escribían a mano haciendo sus labores. -Malor Williams, ¿Donde está?- pregunté sin importarme sonar grosera. Mi cabello estaba suelto y desordenado porque no tuve tiempo de peinarlo, usaba unos pants de elástico que había olvidado en casa de Malor una vez y una camiseta suya de color n***o que me quedaba muy grande, junto a mis botas de combate y mi rostro demacrado me de bía ver espantosa, y así me sentía. Me miró unos segundos y escribió el nombre e n la computadora para luego dar ENTER. -Está e n cirugía. Las balas pe

