CAPÍTULO 3

999 Words
Los días pasaban muy rápido y, a solo tres días del cumpleaños número 18 de Mía, la sacaron del internado bajo una fuerte custodia y en compañía de su "sombra". Todo esto, para que no escapara o para evitar que el "diablo" asesinara a su propia hija, pues ya había descubierto que ella vivía y la quería sepultada tres metros bajo tierra. Mía observó por primera vez en muchos años las calles de Rusia, el lugar donde la mantuvieron oculta. El camino fue pesado porque la nieve no se detenía y sentía mucho frío; sin embargo, lo toleraba, pues se había acostumbrado al frío después de tantos años allí. Después de algunos minutos en carretera, llegaron a un hangar privado donde un avión los esperaba. —¿Al menos me dirán a dónde voy? —intentó Mía averiguar. —Alemania —informó uno de los guardias, y la obligaron a subir al avión. Mía no sabía si estar triste o feliz, ya que regresaba a su país de origen. Lo único que sí sabía era que en tres días debería firmar el acta matrimonial frente a un juez para convertirse en la esposa de un completo desconocido Mía subió al avión y a su lado se sentó su "sombra", la mujer que la había perseguido a todas partes durante casi un año. Jamás había hablado ni emitido un sonido; Mía no conocía su voz ni su nombre. Después de algunas horas de vuelo, el avión comenzó a descender y Mía sintió que su corazón se detenía. En ese país, había nacido y había pasado grandes momentos con sus abuelos, pero allí también los perdió y su vida fue condenada por el simple hecho de ser la hija del "diablo". En cuanto el avión aterrizó, Mía bajó, seguida de su "sombra". Cerca del avión había muchos guardias esperándola. Ninguno dijo una palabra; simplemente le abrieron la puerta de una camioneta negra. Ella no tuvo más opción que subir, sabiendo que esa camioneta la llevaría a su destino, uno que ella no había escogido: pagar los pecados de unos padres que nunca conoció. Como si sus pies pesaran, Mía se arrastró hasta la camioneta. Sentía que cada paso que daba la acercaba a las puertas del infierno, algo que nadie quiere hacer, pero para ella no había otra opción. Sabía que nadie vendría a salvarla y que debía enfrentar el destino que le había tocado. Al estar dentro de la camioneta, esta se puso en marcha. Estuvo allí un par de horas hasta que el vehículo entró a una gran mansión fuertemente custodiada. Cuando Mía vio la mansión a través de las ventanas, supo inmediatamente que esa sería su nueva prisión, con la diferencia de que ahora tendría un esposo del que no sabía nada y que, muy posiblemente, no la trataría nada bien. Mientras Mía llegaba a su nueva prisión, Marie subía emocionada al jet privado de su familia. Tal y como lo prometió su padre, llegaron las vacaciones y era el momento de ir a conocer el viñedo que su abuelo le regaló cuando era tan solo una bebé. —¡Vamos, apresúrense! —Marie subió al avión mientras sus padres la seguían de cerca con una gran sonrisa. —No seas tan ansiosa, pequeña. Recuerda que solo estaremos una semana allá, y luego volaremos a Nueva York para el cumpleaños de tu prima Danna —Ava, su madre, calmó a su hija, quien, al emocionarse, no se detenía ante nada. —Perdón, mami, es que me emociona mucho conocer el viñedo. ¿Puedo oler uvas? —preguntó Marie mientras se aseguraba el cinturón de seguridad y sus padres ayudaban a sus hermanos menores. —Sí, puedes. Son todas tuyas. Pero para probar el vino tendrás que esperar a ser mayor de edad —Ava le sonrió a su hija, quien lo entendió perfectamente. —¿Y nosotros? —preguntaron los gemelos. —Claro, todos comeremos uvas, pero para el vino faltan algunos años para ustedes tres —Noah tomó asiento junto a su esposa y frente a su hija, para esperar que el avión despegara. Minutos después, el avión despegó y la familia Becker Ivanov se puso en marcha hacia el viñedo que pertenecía a su hija mayor. Después de algunas horas de vuelo, llegaron. Afortunadamente, el terreno era muy amplio y se había construido un hangar privado para mover con más comodidad la carga de vinos a todo el mundo. —Es increíble —Marie observó su propiedad desde las alturas. Todo se veía espectacular y los campos estaban llenos de grandes uvas. Estaba comenzando la cosecha, una gran época para visitar el lugar. —Sí, hija, es maravilloso —Noah apoyó el comentario de su hija, y en cuanto el avión aterrizó en el hangar cerca de la casa de la propiedad, Ava tuvo que detener nuevamente a su hija mayor, que quería correr al viñedo. —Hija, primero llegamos a la casa, nos instalamos y luego vamos todos juntos a recorrer el lugar. Así que, por favor, respira un poco y luego iremos a recorrer los viñedos —Aunque no muy feliz, Marie obedeció a su madre; era una buena chica, aunque un poco ansiosa. —Está bien, mamá —Marie y su familia llegaron a la gran casa en medio del viñedo, dejaron sus cosas y salieron a recorrer los campos llenos de uvas. —Creo que ya no querrá seguir con los negocios de la familia. Se ve demasiado feliz aquí —comentó Noah, caminando de la mano de su esposa. —Es posible, pero aún faltan varios años para que ella tome esa decisión. Pero si no toma la dirección de las empresas Becker, tenemos más hijos que pueden hacerlo —Ava observó a todos sus hijos y sonrió feliz por la familia que había formado junto a Noah. —Tienes razón, mi pecosa, siempre pueden hacerse cargo los hijos menores —La familia Becker Ivanov disfrutó de su viaje a plenitud.
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