CAPÍTULO 4

1035 Words
Mía bajó de la camioneta con la tristeza y la resignación reflejadas en su rostro. Todo era un silencio absoluto; nadie hablaba, nadie decía nada. Simplemente caminaron, y ella los siguió hasta entrar en la inmensa mansión. Se quedaron en el recibidor por un largo tiempo. Como nadie hablaba, Mía se limitó a observar la decoración, que era un poco tétrica, ya que carecía de color. —Kira, lleva a mi prometida a su habitación para que se duche y descanse. Comeremos en un rato —La voz del hombre sobresaltó a la chica, pero él ni siquiera la miró, pasando a su lado absorto en su teléfono. Mía no pudo decir nada. Su "sombra", de la que hasta ese momento no sabía el nombre, la empujó hacia las escaleras y subieron juntas a una habitación amplia con dos camas muy cómodas, pero la habitación, al igual que la casa, no tenía nada de color. —Al menos ya sé que te llamas Kira —comentó Mía, pero Kira no reaccionó. Simplemente sacó ropa de un vestidor y la acomodó sobre la cama. Luego, le hizo señas para que entrara a tomar una ducha y se arreglara. —No tienes que hablar. Pero al menos dime, ¿fue él quien te prohibió dirigirme la palabra? —Mía quería saber si Kira no hablaba con ella porque no quería o por orden de su futuro esposo. Confirmó que era por su esposo cuando Kira se limitó a asentir. —No te preocupes, ya no intentaré que me hables —Mía tomó las cosas que Kira había preparado para ella y entró al baño. Se quitó la ropa por completo, pero cuando estaba a punto de entrar a la ducha, se encontró con una serpiente muy venenosa escondida allí. —¡Aaaaaaah! ¡Ayuda! —gritó la chica con fuerza. Cuando Kira estaba a punto de entrar a ver qué sucedía, su jefe llegó más rápido a la habitación y luego a la ducha, acompañado de sus dos hermanos. —¿Qué demonios? ¡Cúbrete! —El hombre se quitó la chaqueta y cubrió la desnudez de su futura esposa. Luego, sacó su arma y le disparó varias veces a la serpiente hasta matarla. —Kira, llévala a mi habitación y asegúrate de que no haya sorpresas ahí también. Y que nadie se atreva a mirarla —Kira obedeció, tomó a Mía del brazo y la llevó a una habitación no muy lejos, pero con la diferencia de que en esa habitación solo había una cama matrimonial. Kira tomó una bata de baño y se la dio a Mía. Esta se cubrió con ella y, como pertenecía a su futuro esposo, cubrió su cuerpo por completo. —No te muevas, voy a revisar el lugar —Mía se sorprendió al escuchar la voz de Kira, pero supuso que era necesario en ese momento, así que no dijo nada. Simplemente se quedó de pie, observando cómo la mujer revisaba cada rincón de la habitación. —No hay nada aquí, puedes tomar una ducha mientras voy por tu ropa —Mía quiso decirle algo, pero Kira salió muy rápido de la habitación, no sin antes cerrar la puerta con llave. —En qué infierno me vinieron a meter —comentó la chica para sí misma mientras caminaba con resignación al baño para tomar una larga ducha. Después de una larga ducha, Mía salió envuelta en la bata de baño y con una toalla en el cabello para secar la humedad. Cuando salió, se encontró con un bonito vestido, ropa interior, zapatos y accesorios a juego, además de un cepillo para el cabello, perfume y maquillaje. Mía se arregló, secó su cabello con un secador y, después de maquillarse y ponerse perfume, la puerta se abrió. Kira entró para escoltarla al comedor. Mía suspiró al ver que la mujer volvía a estar en silencio absoluto, pero aun así la siguió hasta un gran comedor donde había tres hombres sentados, incluyendo a su esposo en la cabecera de la mesa. Ella fue ubicada al lado izquierdo de su esposo, mientras que a su lado había un hombre y frente a ella estaba el otro. —Kira, ve a comer a la cocina y ordena que sirvan la nuestra de una vez —Kira obedeció y se marchó a la cocina. Mía se sintió incómoda, pero no pudo hacer nada más que sentarse y comer con esos desconocidos. Cuando trajeron los platos servidos para cada uno, Mía se dispuso a comer. En ese momento, el hombre a su lado tomó un trozo de su carne, y ella se sorprendió hasta que él habló. —Hay que alimentar a Roko —Cuando el hombre le lanzó el pedazo de carne a un perro que Mía había ignorado debajo de la mesa, ella sonrió. Sin embargo, la sonrisa no le duró mucho, porque el perro comenzó a convulsionar. —¿Qué le pasa? —preguntó Mía asustada cuando la boca del animal se llenó de espuma. —Aléjate de esa comida. ¡Kira, ven acá! —El futuro esposo de Mía la alejó de la comida mientras Kira aparecía rápidamente. —¿Qué ordena, señor? —Kira corrió al comedor al escuchar el grito de su jefe. —Llévala a la habitación y que nadie se acerque ahí. Te hago a ti responsable de lo que le pase —Kira no perdió tiempo y se llevó a Mía del comedor, muy asustada. Sin embargo, no pudo preguntar nada porque Kira la encerró en la habitación y se quedó vigilando el pasillo frente a la puerta. —Revisen cada cámara de seguridad, investiguen a cada empleado de esta mansión. Dos intentos de asesinato en menos de un día es demasiado —El hombre estaba sumamente molesto. —No te preocupes, hermano, encontraremos a los traidores. Van a pagar la muerte de Roko —Los tres hermanos comenzaron a investigar quién era el enemigo que tenían viviendo bajo su techo, mientras Mía, en la habitación, no podía hacer más que sentarse frente a una de las ventanas para observar el exterior. Ella no podía hacer más que esperar cuál sería su vida de ahora en adelante.
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