El destino de dos niñas, abandonadas por la misma mujer en distintas situaciones, es el tema central de esta historia.
Mía creció en un internado, haciéndose cada día más fuerte. Durante sus primeros años, aún guardaba la esperanza de ver a sus abuelos, pero al crecer, entendió por sí misma que eso no sucedería.
Comprendió que cuando su abuelo le dijo que siempre estarían a su lado, se refería a estar juntos en espíritu.
Mía pronto entendió que estaba sola en el mundo. Hugo creyó que en ese internado ella estaría a salvo hasta que fuera mayor y pudiera comprender la verdad, pero se equivocó.
La "esposa del diablo" descubrió a través de un informe forense que Mía estaba viva, y se dedicó a buscarla. Justo cuando Mía tenía diez años y le tocaba cambiar de internado, como lo había organizado Hugo, la mujer la encontró y la llevó a un internado muy lejos de allí, en Rusia, más específicamente en el este de Siberia Oriental.
El frío era demasiado para una delgada chica de diez años, pero no tenía forma de defenderse. Ella creyó que era su nuevo internado, como lo había planeado Hugo, pero pronto descubrió que no era así.
—Cuando crezcas, te casarás con mi hijo mayor. En este colegio te educarán para ser una buena esposa, una buena madre, una guerrera y, sobre todo, la líder de todos nuestros negocios —dijo la mujer. La pequeña Mía no entendía por qué la quería a ella para ser la esposa de su hijo.
Era solo una niña que no conocía a ese hombre, y mucho menos sabía lo que era ser una esposa.
—¿Y si no me caso? —se atrevió a preguntar la pequeña, porque a pesar del miedo que sentía, no quería ser la esposa de un desconocido.
—Le diré a tu padre dónde te encuentras y te aseguro que él jamás te dejará seguir respirando. Así que tú decides: ¿creces para convertirte en la esposa de mi hijo, o le cuento a tu padre que aún vives? —La niña se quedó en silencio, pues no sabía nada de su padre, pero entre la vida y la muerte, ella siempre escogería la vida. Por más difícil que sea, siempre vale la pena vivir.
—Me casaré con su hijo —respondió la chica, segura de que encontraría una forma de escapar de ese destino cuando creciera.
—Perfecto, te veré en ocho años —La mujer se marchó, dejando a Mía sola en el internado, aislada del mundo. En ese momento, solo vivían ella y la directora, pues la "esposa del diablo" había pagado mucho para que así fuera.
Mientras la chica crecía para convertirse en la mejor esposa y madre para el heredero de la mafia alemana, en Alemania, una hermosa "princesita" crecía para ser la heredera del imperio de los Becker. Marie iba a las mejores escuelas del país y era cuidada y educada por sus padres, Ava y Noah Becker. Ambos la veían crecer llenos de orgullo, ya que hacían un excelente trabajo al educarla para ser toda una dama.
El tiempo no perdona y, antes de que Mía cumpliera la mayoría de edad, la "esposa del diablo" falleció. Pero eso no libraría a la chica del trato que hizo para seguir con vida.
—Tú, tienes visitas —ordenó la directora, sacando a Mía de su habitación y llevándola a su oficina, donde la hizo entrar primero y cerró la puerta.
Mía observó que en la oficina había un hombre de aproximadamente dos metros de altura, musculoso y con cara de pocos amigos. Su rostro reflejaba maldad, y al notar la presencia de Mía, ni siquiera volteó a mirarla.
—Mi madre falleció, pero eso no te librará del trato que hiciste con ella hace años. Te casarás conmigo en un año cuando salgas de aquí, y cumplirás con todo lo que ella te pidió —dijo el hombre, aún de pie y sin mirarla.
—¿Por qué se empeñan en que me case con usted? —Aunque Mía había aceptado ese compromiso años atrás, no entendía por qué la obligaban a algo así. Ella solo quería vivir libre y lejos de todo.
—Fue la última voluntad de mi madre y la cumpliré, te guste o no. En un año serás mi esposa, así que hazte a la idea de que así será. Odio profundamente a tu padre, ese bastardo engañó toda su vida a mi madre y estoy seguro de que él la llevó a la muerte. No esperes que te trate como una reina, porque no lo eres. Te veré en un año en nuestra boda —dicho esto, la puerta tras Mía se abrió.
—Vuelve a tu habitación —ordenó la directora. La chica obedeció. Todos esos años siempre soñó con que Hugo la encontrara y la ayudara a ser libre, pero ese sueño nunca se hizo realidad. Ahora, debía esperar su cruel destino: casarse con un hombre que la odiaba por el simple hecho de ser la hija del "diablo".
—Debo encontrar la forma de salir de aquí, no me quiero casar —Esa noche, la chica lloró de desesperación.
No podía creer que su vida fuera un infierno solo por ser hija de un hombre al que nunca conoció, al igual que a su madre. En su mente solo había recuerdos de sus abuelos y de Hugo, quienes la protegieron siempre y luego, un día, ya no estaban para seguir protegiéndola.
Mía estuvo atenta a cualquier oportunidad para escapar, pero después de la visita de ese hombre, hubo más seguridad en el internado. Ya ni siquiera a la directora se le permitía salir; ahora llevaban todo directamente al internado. La comida, la ropa y todo lo que ambas necesitaban era entregado en la puerta para que ninguna pudiera cruzarla.
—Resígnate a tu destino, es la familia más poderosa de la mafia alemana. No podrás escapar y si te rehusas, terminarás tres metros bajo tierra —aconsejó la directora a la chica, que no dejaba de pensar en cómo escapar de su cruel destino.
—Tal vez sea mejor estar tres metros bajo tierra que estar casada con ese hombre —comentó la chica antes de ir a encerrarse en su habitación.
Mía tenía una idea loca en la cabeza, pero aún no decidía si era mejor eso que casarse. Sabía que su futuro esposo odiaba a su padre biológico y que, muy seguramente, intentaría desquitarse con ella por todo el odio que sentía hacia él. Tenía que tomar una decisión muy difícil.
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