CAPÍTULO 9

1664 Words
Tal como Erick lo imaginó, al amanecer del día siguiente, Mía volvió a ser distante y desobediente, causándole un gran dolor de cabeza. —Tengo una reunión con tu padre hoy. ¿Quieres venir? —La mirada de Mía se volvió asesina. Con cara de odio, observó al hombre que ahora era su esposo. —No me interesa conocer a la razón por la que fui condenada a casarme contigo desde muy pequeña, así que puedes largarte con tu padre muy lejos de mí —dijo Mía, molesta por la invitación. —Cálmate, solo pensé que querrías conocer a tu padre —Erick se dio cuenta de que había cometido un gran error. —Pues deja de pensar tanto, o se te terminará de dañar el cerebro. Métete en la cabeza que yo no tengo padre. No me importa lo que diga mi sangre o la mujer que me dio la vida. La única familia que he tenido en mi vida fueron mis abuelos, y ellos ya no están, así que déjame en paz —Mía se alejó molesta de Erick. Él no tuvo más remedio que resignarse a que siempre metía la pata con su esposa. —Hermano, tu cuñada te va a asesinar un día de estos si no piensas antes de hablar —Jack disfrutaba viendo a su hermano cometer errores, ya que siempre había sido perfecto. Pero con Mía, vivía equivocándose. —Deja de fastidiarme y vayamos a ver a ese bastardo. Tiene que aceptar enfrentarse a mí para poder ganar y recuperar el poder que perteneció a nuestra madre y que él perdió por su culpa —Los hermanos salieron juntos de la mansión. Mía los observaba desde la ventana, sintiendo mucha rabia por lo que Erick le había dicho de su padre. —Señora, para que nadie la descubra colocando los anticonceptivos en su jugo, conseguimos esto —Las empleadas que ayudaban a Mía a cuidarse para evitar el embarazo, a cambio de su silencio, interrumpieron sus pensamientos. —¿Alguna sabe colocarla? —Mía sostenía en sus manos la inyección anticonceptiva que las empleadas le habían conseguido. —Sí, señora. Yo hice un curso de enfermería hace algún tiempo. Además, la inyección es más eficiente, dura tres meses y así nadie sospecha nada —Ante las palabras de la empleada, Mía asintió. —Está bien, colócala —La empleada obedeció e inyectó a Mía. —Lo haremos de nuevo en tres meses —Las empleadas se marcharon y Mía se recostó en la cama, pensativa. —Tengo que encontrar la forma de salir de aquí —pensó Mía en voz alta mientras observaba el techo de la habitación. Si bien era cierto que había disfrutado la noche de bodas, no se resignaría a quedarse ahí solo para darle a Erick un hijo y que él pudiera recuperar el control de la mafia alemana. Además, tener un hijo en el mundo de Erick significaría que el bebé sería un blanco para sus enemigos, algo que ella no permitiría. No tendría un hijo para que fuera perseguido por criminales sin escrúpulos y hambrientos de poder. Mientras Mía pensaba en cómo escapar, Erick y Jack llegaron a una bodega aparentemente abandonada. El Diablo los esperaba pacientemente, sintiéndose superior a sus propios hijos. —Han crecido, hijos. Lástima que ahora quieran traicionarme —El Diablo observó a los hijos que había adoptado, lleno de desprecio. —Tú fuiste el primero en traicionarnos, en especial a nuestra madre, así que no quieras venir a hacerte la víctima. Jamás nos quisiste —Erick tuvo que contener las ganas de asesinarlo, pues ambos tenían guardias y todo terminaría en una masacre, y él no podría recuperar lo que le perteneció a su madre. —Siempre fuiste muy sentimental, Erick, pegado a las faldas de tu madre. ¿Y ahora quieres venir aquí a regañarme solo porque te casaste con mi única hija de sangre? ¿Por qué no la trajiste contigo? Es de mala educación que no esté aquí saludando a su padre —El hombre sonrió con malicia. —Considerando que cuando llegó a mi casa la intentaste asesinar dos veces, no le debe sorprender que ni siquiera quiera conocerlo —Erick tuvo que contenerse mientras hablaba. —Qué lástima que sea tan rencorosa. Me han dicho que es idéntica a mí, que tiene mis ojos. Sentía curiosidad por conocerla —Erick no podía creer el descaro del hombre. —Déjate de estupideces. Sabes a lo que vine, así que no me hagas perder el tiempo —Erick estaba perdiendo la poca paciencia que le quedaba. —Aceptaré enfrentarme a ti cuando tengan un hijo. Esas son las reglas. Cuando tengas un heredero, puedes enfrentarme. Mientras tanto, no te puedes acercar a mis negocios. Eres un mafioso más del montón, así que pueden irse los dos. Deberían estar trabajando en su hijo en vez de estar aquí perdiendo el tiempo —El Diablo sabía que sus infiltrados en la mansión estaban ayudando a Mía a cuidarse, por lo que no le preocupaba que se convirtiera en padre pronto. —Pronto me tendrás aquí y no podrás negarte a enfrentarme cuando mi esposa me dé un hijo —Erick se dio la vuelta para marcharse. —Suerte, y envíale saludos a mi hija —El Diablo estaba más que satisfecho. Gracias a la inteligencia de su hija, podría seguir en el poder y evitar un enfrentamiento con Erick. —Esa hija mía es más inteligente que ese par de bastardos que se acaban de ir —comentó el Diablo mientras veía a los hermanos subir al auto y marcharse, sintiéndose triunfador e intocable frente a su hijo mayor. —Ese maldito bastardo hará lo que sea por retrasar nuestro enfrentamiento, pero no lo dejaré posponer esto por mucho tiempo. Voy a embarazar a Mía, sin importar qué —Erick conducía de regreso a la mansión mientras Mía recorría los jardines en busca de una salida, pero no tenía éxito porque Kira la seguía de cerca. —¿No te cansas de perseguirme? No voy a escapar. Mira este lugar, es una fortaleza. Déjame en paz al menos un rato —Mía estaba más que cansada de que Kira la siguiera a todas partes. —Es mi trabajo, me pagan por seguirla —Mía observó a Kira con ganas de asesinarla, pero prefirió respirar e ignorarla. —Volveré a la habitación, es el único lugar donde me libraré de ti —Mía entró de nuevo en la mansión y subió las escaleras hasta su habitación. Molesta, se quitó toda la ropa y entró en la tina que había preparado con espuma y fragancias de frutas. Erick llegó a la mansión con su hermano. Mientras Jack se dirigía al despacho, Erick subió a su habitación. No la encontró, así que entró al baño y la vio relajada en la tina. Se quitó la corbata y se acercó a la bañera. —Te ves muy provocativa ahí dentro —comentó Erick, asustando a Mía. —No estoy de humor, lárgate de aquí —Mía seguía molesta. —Anoche no estabas tan enojada, hasta lo disfrutaste. ¿Qué tengo que hacer para que cooperes conmigo? —La pregunta de Erick despertó el interés de Mía. —¿Quieres que te permita entrar a la tina y disfrutar como anoche? —indagó Mía de forma coqueta. —Sí, me encantaría —respondió Erick, emocionado. —Entonces, dile a tu estúpida guardaespaldas que deje de seguirme a todas partes. No la soporto, no puedo estar ni dos minutos en el jardín sin que ella esté ahí acosándome —respondió Mía, llena de rabia. —No puedo hacer eso, es por tu seguridad —Erick comenzó a creer que su esposa no lo dejaría acercarse. —Por mi seguridad, todos estos guardias están a mi alrededor. Por mi seguridad, prueban mi comida antes que yo. Pero que esa mujer esté pegada a mí como una garrapata es solo para controlarme. No vengas a decirme que me persigue por mi seguridad —A Erick le gustaba ver a Mía molesta; le parecía hermosa y sexy, incluso estando enojada. —Te propongo algo: déjame entrar contigo en la tina, y le ordenaré a Kira que te deje sola en el jardín y cuando estés con algún otro empleado de confianza —La propuesta le interesó a Mía. —Bueno, puedes entrar, pero si no cumples tu palabra, no cooperaré nunca más contigo —Mía lo miró y él asintió. —Soy un hombre de palabra, y la cumpliré, siempre y cuando tú cumplas con la tuya —Erick terminó de quitarse la ropa y entró a la tina con su esposa. —Espero que sea así —Erick la besó, dejándola sin palabras, y comenzó a hacerla disfrutar como la noche anterior. Mía no pudo contener sus gemidos, pues su esposo sí que la hacía disfrutar muchísimo mientras la hacía suya. Mía y Erick discutían mucho fuera de la intimidad, pero cuando estaban en la cama o en la tina, ambos disfrutaban al máximo. Sin saberlo, sus cuerpos se amaban, pero sus personalidades y sus mentes chocaban. Es por eso que les tomará mucho más tiempo ser un matrimonio estable, si es que Mía no logra escapar antes de que sus corazones se vean involucrados en la pasión y el deseo que ambos se tienen. Después de terminar de entregarse el uno al otro dentro de la tina, Erick sacó a Mía en sus brazos del baño y la llevó a la cama, donde ambos siguieron disfrutándose mutuamente hasta terminar completamente agotados, el uno sobre el otro. Mía, exhausta después de ese maravilloso encuentro, terminó de nuevo rendida entre los fuertes brazos de su esposo, quien, al verla dormida, disfruta de esa maravillosa imagen de verla así, desnuda sobre su pecho. —Pequeña fiera, tendré que domarte fuera de la cama también —Erick sonríe mientras le acaricia la mejilla a su esposa.
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