Kookie

1820 Words
Lo único que salvaría mi vida sería salir del salón cuando las manecillas marcaran las dos en punto y para eso faltaban veinte segundos. Mis cosas ya estaban guardadas dentro de la mochila, la clase completa ignoraba lo que el profesor de historia decía. Mi piel se erizó al escuchar el rechinido de una silla. Sabía perfectamente de quiénes se trataba. Mi mano bajó, tomé una de las correas de mi mochila, listo para huir de la masacre. La campana sonó. Para mi suerte, o no, estábamos en viernes y en fin de curso. La mayoría prefería quedarse un poco más dentro del aula. Salí corriendo como si mi vida dependiera de aquello. Claro que no tanto como mi vida, pero sí una gran parte de mi persona, mi rostro para ser exacto. ──Oh. Vamos, justo ahora es cuando la supervelocidad aparece ──los comics no te explican demasiadas cosas. Entre ellas, a invocar tus dones. Corrí tanto como la suela de mis zapatos me lo permitió hasta salir de la escuela. Sin embargo, no estaba salvado aún así que sin detenerme a dar un respiro continúe con mi huida. Faltaba sólo una cuadra más para llegar a casa, agradecí al ser omnipresente que nos dio la oportunidad de vivir en la primera casa donde iniciaba la calle. Escuché los gritos burlones del trío de abusadores. Eso significa una cosa, o por fin desarrollé mi superoido o me darían alcance pronto. Saqué las llaves de mi bolsillo, no sé cómo hice para no caer mientras subía las escaleras de la entrada. ── ¡Rayos, hoy no! ──las llaves se me cayeron. Tuve que resignarme a la paliza que me esperaba. Vi a los bravucones doblando la esquina. Tan bien que empezó mi día. ──Me odias ¿no? ──miré el cielo a espera de una respuesta que nunca llegó. Esperé de frente, según papá es la mejor manera de enfretar los problemas. Cerré los puños, jamás se las pondría fácil. ──Miren. La niñita está aquí ¿Con quién hablas, marica? Pensé en responder aún si por eso me iba peor. No permitiría que me insultaran, o bien, no que usarán esas palabras con tanto desprecio, pero un golpe, parecido a una caída, llamó su atención. Voltearon con cierto temor a ser descubiertos. ── ¡Por allá! ¡Vamos, no dejen que se escape! ──gritaron antes de correr en dirección contraria. Se olvidaron por completo de mí, y fueron tras el pobre niño de pantaloncillos cortos. Al parecer esta vez la presa era él. Iban a darle la bienvenida como desde la primera semana que llego. Quise ayudarlo. Después de todo él era el único con el que había hablado y con quién conviví un rato desde mi llegada, sólo que cuando hice ademán de perseguirlos, me jalaron al interior de mi casa. ── ¿Pero qué...? ¡PAPÁ! ──después de lo que parecieron años mi padre regresó a casa. Di media vuelta para abrazarlo, el revolvió mi cabello y le sonreí desde abajo. ──Yo también te extrañé ¿Te siguen molestando en la escuela? ──quise dar un no como respuesta, pero papá me conocía a la perfección. ──Nada que no pueda solucionar. ──Sé que es por mi culpa y tú no... ──Nada de eso, yo los quiero mucho y su felicidad también es la mía. Me sonrió. Mis padres cuidan de mí desde pequeño. Son demasiado jóvenes, lo cual resulta ser genial. ──Kookie, sólo estamos nosotros ──esas son mis palabras favoritas. Tiré la mochila al suelo y subí las escaleras, mi padre corrió tras de mí, me tumbé sobre la cama quitándome el estorboso suéter de la escuela. Papá prendió la consola y me pasó uno de los mandos ¿Ya mencioné que tener padres jóvenes es lo mejor? Empezamos jugando Halo Reach. Papá era un experto y siempre ganaba. ── ¡JEON JUNGKOOK! ── escuché que papá subía las escaleras, eso por supuesto no era bueno ¿Cuánto tiempo estuvimos jugando? ──. Te he dicho varias veces que no dejes tus cosas tiradas en el ¡JIN! Seguro que toda la calle se enteró del regreso de papá. ── ¡TAE! Te extrañé tanto ──ambos se miraron embobados, olvidándose de mi presencia. Caminé detrás de papá Tae como el famoso James Bond. ──Jovencito ¿a dónde se supone que vas? ──papá Jin lo abrazó por la cintura y colocó el mentón sobre el hombro de mi otro padre. ──Fue mi culpa, amor. Cuando Kookie llegó, lo arrastré ──admitió papá con voz de niño. ──Eso no es pretexto para que... ──de la nada papá Jin lo besó. Tenía que darles espacio, salí en silencio de mi habitación ¡No en mi habitación! Como cualquier niño de diez años aquella escena fue asquerosa. Suerte que no tardaron mucho en bajar a la sala, ambos reían, verlos así me hacía feliz. No entendía porqué las personas se empeñaban en decir que esto está mal, ellos son el uno para el otro y nunca han hecho daño a nadie. Vivo con ellos desde que era un recién nacido. Este vecindario solía ser tranquilo. Claro que, no falta la señora chismosa, pero realmente nadie se portó mal con mis padres, conmigo las cosas eran diferentes. En la escuela los bravucones me acosaban, digamos que soy su juguete favorito. Mis padres conversaban sobre todo y nada en el tiempo que no se vieron, yo esperaba sentado en la pequeña sala de estar a que regresaran con las palomitas que podría haber detectado a un kilómetro de distancia debido al olor, los tres nos sentamos en el sofá a ver una película, yo me senté en medio de ambos, me dieron el bol de palomitas y lo sostuve entre mis piernas. ── ¿Por qué el pequeño Kookie está en casa? ¿No deberías estar jugando al balón con tus amiguitos? Después de todo, hoy empiezan las vacaciones y no los verás en un rato. ──Porque no quería dejar a papá Tae ──mi mentira, incluía una mínima parte de verdad. Por suerte, me creyeron. Lo último que quería mencionarles es que no tenía ningún amigo. Sólo vi la mitad de la película y me quedé dormido. Medio desperté cuando sentí que me cargaban. Papá Jin me llevó a mi habitación. Me dejó sobre la cama y entre ambos me arroparon, sentí la cama hundirse en las orillas por lo que supuse que se habían sentado. ──No lo soporto más, no quiero que lo sigan molestando por nuestra culpa ──fue papá Jin quien habló ──. Es un niño demasiado considerado y lo soporta por nosotros, no podemos dejar que lo sigan intimidando. ── ¿Qué sugieres hacer? Ya hablé a la escuela, pero el calvo del director dijo que era asunto de niños. Imbécil. Conocía a mis padres a la perfección que juraría que papá Tae cruzaba los brazos molesto y arrugaba la nariz. ──Hay que mudarnos ──dijo de inmediato papá Jin──. Justo antes de regresar pasé por una ciudad que suelo frecuentar cuando salgo de viaje. Así empezamos de cero y nuestro hijo por fin podrá estar tranquilo. ──Suena bien ──papá Tae no sonó convencido──. Me preocupa no poder ver a mis padres y cuando salgas de viaje estaré solo. Bueno, esta nuestro hijo, pero sabes a lo que me refiero. ──Amor, si nos mudamos a esa ciudad yo estaré en las tardes contigo y con el niño. ── ¡Empaquemos ahora mismo! ──al parecer papá Tae aceptó. ──Acerca de tus padres... ──Qué se pudran, par de viejos hipócritas. No soy idiota y sé que les da vergüenza tenerme de hijo. Lo he sabido siempre. ──No has cambiado nada mi pequeño rebelde. Ambos se quedaron callados ¿Eso fue un quejido? Fue momento de hacerles saber que estaba despierto── ¡Los amo mucho, pero en mi cuarto no! ¡NO, NO Y NO! Parecían un par de adolescentes. Ambos huyeron de mi cuarto tomados de las manos y riéndose. Con lo loco y atolondrado que era papá Tae, empezamos a empacar nuestras cosas al día siguiente. Todo lo que un niño de diez años quiere. Madrugar un sábado para empacar cosas ¡Yupi! ──Voy a comprar unas botanas con Kookie para el camino ──papá entrelazó nuestras manos y salimos de la casa. Mi padre me contó sobre lo que hizo la semana en la que se ausentó. Ellos tenían esa clase de confianza conmigo y mencionaban que, aun si yo no entendía la mitad de la conversación, amaban que los escuchara. Cosas de papás, supongo. Compramos unas cuantas golosinas para el glotón de papá Tae, le encantan los dulces tanto o más que a mí. De regreso no pude evitar mirar a la casa del vecino. JiMin tenía unos visibles moretones en el rostro y usaba un pans, rarísimo. Él solía usar shorts o pantalones cortos, no me di cuenta de me miraba con cierto enfado. ── ¿Lo conoces? ──asentí── ¿Es tu amigo? ──negué. Pudimos serlo── ¿De dónde lo conoces? ──Es el niño nuevo con el que papá quiso que socializara. Lo molestan en la escuela y sus papás no se han parado por ahí para nada. ── ¿Por qué? ──preguntó papá curioso en cuanto a la primera parte. El vecino llevaba menos de un mes viviendo por aquí, llegó justo cuando el ciclo escolar finalizaba, no sabía mucho sobre las razones detrás de ello. ──Lo molestan con cosas respecto a su peso. Para mí sólo tiene unos enormes cachetes que lo hacen ver más tierno, como los ositos de la televisión. Él no es gordo, yo he visto a señores gordos con grasa en la ropa y muchos gatos. Y ese niño no se ve para nada como ellos. ── Ya veo. Ese chico será todo un Don Juan cuando crezca ──lo miré sin entender. ¿Cómo sabía eso? ¿Acaso mi papá era una especie de genio? ¿Era ese su poder? Posiblemente yo desarrollaría mis poderes pronto. ── ¿Por qué dices eso? ──lo vi mover la mano a modo de saludo, JiMin le respondió con una sonrisa tan grande como las cortadas en su labio se lo permitieron e imitó el gesto de mi padre, quise hacer lo mismo, pero cuando me volvió a mirar seguía estando molesto. Empujé a mi padre para regresar a casa, ya que, él parecía estar interesado en socializar. ──Oye, hijo. ── ¿Sí? ── ¿Te gustan las niñas? ──No, son muy tontas ──papá me miró con la frente llena de líneas que casi alcanzaban los extremos de su cabeza. ── ¿Entonces los chicos? ──No, tampoco me agradan, también son muy tontos. ──Supongo que aún eres muy pequeño ──la sonrisa de papá regresó──. Cuando crezcas entenderás ──revolvió mi cabello. Papá Tae abrió la puerta cuando tocamos y nos arrebató los dulces. Juraría que pensó en dejarnos afuera. Amo a mis padres. Son personas magníficas y nada ni nadie me hará cambiar de opinión.
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