Cumpleaños feliz

1811 Words
Les voy a contar cómo celebramos el cumpleaños de Alice. Primero, sus papás habían creído que podían prepararle su propio pastel. Consuelo sintió que era una buena idea usar una premezcla, y aun así, el neurocirujano confiado con el que se casó logró arruinar esa mezcla. Ramón y yo, que estábamos acostados en el sofá, no pudimos aguantarnos la risa cuando su esposa finalmente descubrió que eso jamás iba a funcionar. Consuelo sonrió y le dio un beso a su marido. —¿Has hecho un pastel antes? —pregunta la joven, y él se ríe. —No, mi amor. Yo pago por este tipo de mierdas —responde, y los dos se ríen. —¿Qué le echaste? —El aceite. —¿Aceite? ¿Para qué crees que saqué la mantequilla? ¿Y cuánto aceite? Vidal abraza a su esposa y los dos se ríen cuando él reconoce que no sabe. Ella le abraza de vuelta y Tessa les mira un par de segundos, junto a Anastasia y Xavier. —Ey... —Ey... —responden sus hijos. —Estamos intentando hacer un pastel, pero su papá no tiene ni idea. Yo hago postres, pero pasteles nunca. Sé decorarlos… o el típico quequito de mesa. —¿Y las chicas? —Ellas y Alex están distrayendo a Alice. Están viendo Narnia porque Alice se leyó el primer libro y le pareció fantástico. —¿No son muy densos para ella? —pregunta Tessa, y Xavier se encoge de hombros. —Aburre tanta mierda que le ponen a los libros de fantasía. No puedo con el mundo real y ya me meten cosas nuevas, como un león que habla —se queja Anastasia, y sus papás intentan no reírse, pero Consuelo asiente. —Yo voy a hacer galletas con chocolate y caramelo, porque son las favoritas de la reina Alicia. —Ah, qué maravilla —comenta Anastasia y sonríe, antes de ponerme junto a ella. Todos nos quedamos en la cocina. Consuelo, Vidal, Xavier y Anastasia se ponen en la organización de la decoración. —¿No es medio sangrienta la película? —Alice ve cosas peores. Ella debería estar en terapia. —Alice es mi hermana adoptiva favorita —comenta Tessa de la nada—. Siempre sabe qué decir para hacerme reír. Es mega dulce y súper madura para su edad. —También es la nuestra —comenta Xavier, y las dos asienten. —Por todo el día de mañana, ella será nuestra favorita absoluta. Luego volvemos al aquí y allá. —¿Ya estás planeando qué tan largo será mi viaje de cumpleaños? —¿Con qué te apetece, Tessa? ¿Irte conmigo de chaperona o irte conmigo de acompañante? Porque yo sé pasármela muy bien —responde Vidal, y su hija se ríe. —Tú pasarías dos semanas conmigo por Europa, conociendo cosas y siendo un turista. —¿Por qué no? Creo que nos gustaría muchísimo. Es un excelente recuerdo. Puedes tener una semana conmigo, otra con Francesca y la última traer amigos o a tus hermanos. —Qué botado eres con los regalos. —En veinte años, Tessa, solo vas a recordar que me caí cerca de algún monumento y abrazarás ese recuerdo. Lo mismo Alice. No podemos protegerlos de todo, pero podemos hacerlos felices en grande de vez en cuando. Consuelo sonríe, y sus hijos comienzan a pedir cosas que podrían hacerles felices. Ramón y yo nos unimos a la lista, y mi cuñado se ríe a carcajadas. —¿Qué te haría feliz, Consuelo? —Creo que soy feliz. Tengo todo y más. —Yo, de mayor, quiero ser así de feliz como Consuelo. —No escojas medicina ni ser bailarina. Cásate con un hombre rico y consciente. —¿Cuáles son esos, Tessa? —Ya sabes, los que le pintan el cuerno a la esposa pero dan regalos caros. —Si vuelven a hacer una broma sobre infidelidades, vamos a acabar en terapia los cuatro —responde Vidal. Los niños se lo pasan genial preparando la fiesta de su hermana, y tan temprano como se pone el sol, todos se preparan para cantarle el cumpleaños a la señorita Vidal: sus hermanos y su papá con la guitarra, las chicas con decoraciones, su madre con el pastel, y todos cantamos al ritmo de “Cumpleaños feliz” y “Las mañanitas”. Alice salta de la cama y sopla las velas emocionada. Sus primas y hermanos hacen el día sobre Alice: juegan lo que se le ocurre, bailan, cantan, abren regalos que habían comprado con anticipación, sobres de dinero que Alice no tenía previsto, y se divierte. Su amiga Leonor no deja pasar el día y le envía rosas a la cumpleañera. Rosas en un día de lluvia, cuando todo está paralizado, tienen su mérito, como la llamada de cumpleaños con todos los detalles. Consuelo se sienta a mi lado y acaricia mi barriga. El bebé decide jugar con ella. —¿Crees en los finales felices? —Este no es un final feliz, es tu vida, Consuelo. De cada uno de los niños se aprende algo, y esa noche, mientras cenábamos, Vidal propuso un brindis: —Propongo un brindis por mi hija, Alice, la goma loca de esta familia. Ayer, en secreto, hablábamos de ti y todos estuvimos de acuerdo en que nos enloqueces de amor, nos llenas de risa, nos cobijas con abrazos cuando ni siquiera sabemos que los necesitamos. Creo que cada niño elige a su papá y a su mamá desde antes de llegar al plano terrenal, y sé que sabiamente nos elegiste para tu vida, Alice. Eres todo y más de lo que tu mamá y yo podríamos haber soñado. Eres parte de la felicidad de todos en este hogar y deseamos siempre que te sientas así de especial. —reconoce Vidal. —Gracias, los amo mucho a todos. Gracias por mi fiesta, por jugar todos los juegos conmigo y por amarme tanto —responde Alice, y todos ríen. —¡Salud! Alice no había sido insistente con su cumpleaños, pero Consuelo y Vidal tenían todo y más preparado. Lo único que necesitaban era sorprenderla un poco. Les tomó todo un mes, pero lograron hacerlo: un sábado con buen sol, con todos los amigos (media escuela) a los que había invitado, con todos los juegos que había soñado y el mini bar de dulces que su abuela organizó para ella... tremendo el asunto. —Qué guapo ese señor —le digo a Consuelo, y el señor en cuestión está a dos centímetros de mí cinco segundos después. —Hola, ¿cómo le va? —Ay, qué guapo... —¿Escuchaste, Selene? —Usted es preciosa, ese pelo es natural. —Gretta. —Qué, ¿las extensiones están de moda? —Es natural. —Wow, de verdad, son divinos. —Pero si tuvieses que elegir, ¿quién de los dos es más guapo? —su mujer se ríe y le da un golpe en el hombro. —Yo estoy casada —respondo y señalo la barriga. —Ahh, qué espléndido… qué mágico, ¿no? El embarazo, y dar vida. —Sí. —De verdad, tu pelo es irreal. —¿Es tu primer embarazo? —pregunta Selene. —Sí. —Tócalo, da buen crecimiento, y no vaya a ser que sea un antojo del bebé. —Ella se acaba de inventar eso. —Sí, pero es perfecto. —Mamá, papá, ¿dónde habían estado? —pregunta Leonor, y yo veo a Consuelo, que se ríe. —Majestades... —Ay no... venimos de colados, que eso sí me da mucha pena. Hoy solo somos mamá y papá. —Mis hermanos no han salido del bar, y mi mamá quiere morirse. —Alice —llama Kamal a la niña, y esta viene corriendo a saludarlo. Él se inclina a su nivel y le pregunta: —¿Tienes un bar de dulces? —Sí. —Ahhh, wow. ¿Me llevas? ¿Me invitas al bar de dulces? —Claro, tío Kamal —Consuelo se ríe y Selene también. —Mi esposo, el guapo, tiene cinco años, como sus sobrinos —todas nos reímos. Laila se acerca con Imán cargado. Ese no ha dejado de coquetearle a la mujer, no la suelta, solo puede verla a ella. Su mamá le extiende los brazos y él finge que la mujer que le dio vida, lo amamanta y lo cuida desde el minuto en que se enteró de su existencia, es una total desconocida. —Yo, por mí, me lo dejo y te lo cambio por los niños a los que les has brindado dulces ilimitados —las cuatro reímos. Vidal y sus sobrinas estaban ocupados en la estación de uñas y maquillaje. Él ya tenía de todo un poco en las manos: brillitos, escarcha, colores mezclados. —Hola, papá. —Tío Augusto se ve muy guapo —intenta convencer una de las nenas a Tessa, y esta sonríe. Consuelo observó a un hombre dejando una caja de regalos y se acercó de inmediato. —La jefa dice que los papeles están firmados. Si usted y el señor Vidal los firman, deja la caja aquí fuera y yo me arreglo con lo demás. Se termina el tema de la custodia. Este es un regalo para Alice de parte de sus papás, pero le diremos que se ha perdido la tarjeta. Consuelo apunta una dirección de correo electrónico y una contraseña. —Dígale a la señora Berrocal que yo voy a subir ahí fotos, videos y recuerdos de mi hija, y que ella puede escribir mensajes que en algún momento le regalaremos a Alice, si así lo desea. —Es un excelente detalle. Feliz día. Vidal le da un beso en la mejilla a su esposa y le enseña sus uñas. Los dos se ríen. —¿Quién era ese? —El abogado de los papás de Alice. Nos están dando la custodia, si firmamos. —¿Firmamos, no? —pregunta, y toma los documentos. Los leen juntos, sin peros, sin condiciones. En el registro, Consuelo y Augusto Vidal siempre iban a ser los padres legales y legítimos de Alice Vidal Murdok Mondragón. Los dos firmaron encantados y compartieron un beso. —Mamá, ven, vamos a cantar karaoke. —Tenemos una sorpresa. Estos son los papeles oficiales de adopción. A partir de que los entreguemos, eres oficialmente nuestra hija. —Wow, ahora de verdad voy a tener dos cumpleaños —responde, y los dos se ríen. Alice los abraza—. Me alegra tanto que seamos familia, porque no sé qué haría sin ustedes todo el tiempo. —Te amamos. —Yo a ustedes. ¡Voy a ir a contarles a mis hermanos! Alice sale corriendo hacia cada uno de sus hermanos y les da la noticia, riendo y celebrando con cada uno de ellos.
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