Capítulo Seis: Película.

1830 Words
Holly había empacado consigo una de las cámaras que tenían disponibles para su uso en las vacaciones, por lo que tomaba fotos por doquier y grababa cada acontecimiento que podía, un hecho así no podía quedar descartado como si nada. Arth estaba adolorido todavía, pero participaba activamente en lo que la pelirroja hiciera. No quería dejarla sola. Tenían poca comida, solo algunos snacks y nada más, por lo que tendrían que consumir en algún momento algo de la tienda, lo que no parecía ser un sacrificio muy enorme. Aún no comprendían cómo habían acabado así, pero no era un evento para comprender, sino para intentar sobrevivir a toda costa. Arth intentó levantarse para buscar una manera de ayudar a Holly a sellar las entradas y posibles atajos que tendrían para llegar allí los seres sin cerebro que les perseguían. Con su mundo dando vueltas, igual pudo colaborar con ella para cerrar por completo los lugares en donde podían concentrarse los ya mencionados. La pelirroja había tomado muchas fotos acerca de lo que estaban viviendo, y esperaba que lograran sobrevivir para sacarlas al mundo real, en donde quizá la gente no estuviera consciente de lo que ocurría, lo cual les parecía algo muy grave.  Si las otras partes del mundo se ponían de acuerdo, podrían erradicar por completo lo que fuera que estuviera ocurriendo en esa pequeña población, sin embargo, no tenían idea ni de cómo se propagaba dicho virus, de serlo. La idea de pedir ayuda al resto del mundo parecía ser un privilegio que no tenían, puesto que la mayoría de las cosas las habían dejado por huir de allí. La única motivación que tenían en mente era encontrar a sus compañeros. Ambos hicieron un acuerdo de volver al hotel por los medicamentos para las migrañas y luego ir en busca de pistas que les guiaran hasta los demás, pues no podrían irse solos aún si quisieran. La consciencia les comería vivos si hicieran algo así, por lo que Holly dijo que sería buena idea si iban al hotel ese mismo día y regresaban como pudieran al mismo lugar. Arth aceptó, sabiendo los riesgos que tomarían dichas acciones.  Cuando los dos salieron de nuevo, el más alto ya estaba en mejores condiciones, así que no hubo mayor problema en avanzar de nuevo hasta el hotel. Lograron esconderse lo suficiente de los merodeadores, pasando desapercibidos a su vista, no fue tarea fácil, pero lograron ingresar a la habitación donde se hospedaba el chico horas antes, obtuvieron lo que buscaban, pero entonces, intentando abrir una de las gavetas que contenían cosas importantes que este quería buscar, una lámpara cayó de la mesilla, por haber enredado su cable en el pomo de dicho cajón, creando un desastroso sonido ridículamente alto. Era más que obvio que habían llamado la atención de lo que fuera que fueran esos seres. No podía creer que le pasara una vez más algo parecido en el mismo lugar. Arth maldijo en sus adentros, era lo peor que había podido hacer, porque ya no era solo uno, eran muchos más, y por lo que había visto, se movían en hordas. La situación era bastante bizarra, sin embargo, ya habían pasado por algo similar, solo que separados, así que siendo más de uno, de seguro sería más fácil. Era mucho más sencillo decirlo que hacerlo, por lo que intentaron con todas sus ganas no llegar a ocasionar mucho más ruido del que deberían, quisieron ocultarse dentro del gran clóset que allí había disponible, rezando internamente para que no los hallaran. Al encerrarse en el reducido espacio, quedaron bastante juntos, por lo que prácticamente se abrazaron en medio de la oscuridad, sin saber muy bien qué hacer a continuación.  Escucharon la puerta sonar y supieron que esta no soportaría mucho más tiempo, ya que estaba cerrada sin el pasador. Ambos dejaron incluso de respirar cuando la puerta fue abierta de un tirón por varios de esos seres extraños. Apenas podían verles por medio de unas rendijas que tenían las puertas del clóset en algunas áreas bastante altas, siendo que el resto era solo madera maciza pintada de color blanco. Aquellos seres escurrían un líquido parecido a la pus que se encuentra en los granos y un hedor bastante característico a azufre mezclado con alguna especie de carne en descomposición, una combinación para nada apetecible ni deseable por cualquier persona con aunque fuera un poco de juicio, era algo espeluznante. Holly tragó con fuerza, aprisionando en una de sus manos el brazo de Arth con tanta fuerza que el chico creyó estar perdiendo parte de su circulación sanguínea, sin embargo, no se quejó, no podría en un momento así, de hecho, era lo que menos le importaba. Uno de los llamados merodeadores por la forma en que daban tumbos al aire, estuvo bastante cercano al clóset, pero parecía no tener un buen sentido de la vista debido a los grandes tropezones que se daban, así que los sonidos eran parte clave de la forma e que podían llamar su atención. Arth pensó e ello, diciéndole a Holly por medio de señas, que de ese mismo modo podrían sacarlos de ese lugar o llevarlos a otros sitios. El otro, no parecía moverse por ningún ruido, sino que estaba pegado a la calefacción de la habitación, cosa que les llevó a pensar que podría tener en su organismo alguna especie de sensibilidad térmica adquirida de una mutación del virus original, si es que se trataba de una infección que pudiera transmitirse.  Entre ambos humanos, hicieron lo posible por pensar en un plan. Primero, lanzaron una pieza de vidrio hacia fuera de la puerta que estaba abierta de par en par, habiendo abierto la del clóset con sumo cuidado de no hacer demasiado ruido con la fuerza de voluntad que les quedaba. Esto funcionó para que la criatura sensible al ruido saliera con lentitud hacia el lugar donde había ocurrido el estruendo. Con el otro fue más difícil, debido a que no poseían con ellos algo que pudiera generar calor, sin embargo, tenían la idea de que el fuego podría funcionar. Holly llevaba consigo un encendedor, así que lo sacó de su bolsillo con rapidez y entonces encendió un sweater que allí había, lo que definitivamente llamó la atención del ser devora-humanos. Fue una escena épica, ya que a medida que la chica iba encendiendo la prenda, habiendo salido ambos ya del clóset. Observó cómo el muerto viviente se transformaba en una total bestia, la cual se le abalanzó encima de inmediato. Nunca esperaron aquello. ... Peter tenía a Teryon en su regazo, bastante cómodo allí, por lo que sabía que había hecho una buena elección al buscar en un cinema el lugar perfecto para hospedarse junto a él. Habían llegado hasta ese lugar debido a  que en medio de su camino al salir del lugar de almacenaje del hotel, el cachorro había decidido olfatear una puerta doble que se hallaba aparentemente sellada. Peter frunció el ceño bastante marcado cuando esto ocurrió, ya que temía que detrás de esa puerta se hallara el fin de ambos, sin embargo, no sucedió, pues el cachorro logró abrir la puerta con su peso, así que pudieron entrar sin mayor problema. El de cabellos azabaches se aseguró de que no hubieran criaturas peligrosas dentro, lo cual no fue fácil de identificar. Fue todo un reto revisar una sala de cine completa, pero pudieron hacerlo como buen equipo que conformaban desde que se encontraron por primera vez. Mientras el humano revisaba a escondidas, el cachorro recorría los pasillos necesarios, así que mientras él pudiera descubrir posibles monstruos, podía cubrirle las espaldas eficientemente. Llevar un arma sí que era bueno, pero como pensaba, solo la usaría en emergencias reales, mientras su arma designada era sin duda la que había encontrado en el jardín.  Había encontrado la manera exacta en la que debía encargarse de sus enemigos con mencionada arma de defensa. El husky también podía hacer bastante en cuanto a defensa propia, sin embargo, seguía siendo un bebé. Cuando lograron despejar el lugar área por área, parecía que el perro estaba entrenado para ese trabajo, era un ayudante excelente. Se sorprendió por ello, pero no iba a discutir la crianza que le estaba inculcando el dueño anterior, ya que de algún modo estaba en lo cierto al hacerlo parte de su equipo y entrenarlo como era debido. De ese modo podía defenderse si se daba la oportunidad de un riesgo real, así que mientras tanto, haría lo que estuviera en sus manos para proteger al pequeño animal. Pudiendo saber que no se encontrarían con un riesgo mayor a solo criaturas a las que podían sacar fácilmente del camino mediante ruidos fuertes, guiándolas de ese modo a su perdición, o en su defecto, a otro lugar en donde no pudieran hacerles daño. Eligieron una de las salas para pasar el rato y Peter salió en búsqueda de algún alimento que pudieran consumir, y debido a que se trataba de una sala de cine, debería haber algo que el canino también pudiera ingresar en su estómago, ya que también debía estar muriendo de hambre. No podía dejar a una criatura como él sin comida, así que volvió un rato después con varios snacks y barras de proteína, los cuales se aseguró de que no contuvieran chocolate o algún otro elemento tóxico para un perro. Había aprendido ese tipo de cosas debido a que cuando se hallaba viviendo en su ciudad natal, la gente de su vecindario tenían mascotas, y de algún modo, los conocimientos adquiridos ahí se le habían quedado grabados casi a fuego en la mente. En el momento agradeció no intoxicar aunque fuera por error a su ahora mascota, ya que se culparía por ello toda la vida si fuera necesario. Ya que no tenía mucho qué hacer, desempolvó algunas películas de los 80's y la puso a reproducir en una de las salas con mejores ambientes, lo cual le pareció un poco interesante, pero no logró sacarle todos los pensamientos que le atormentaban. No era un mal chico, pero sabía que su familia estaba envuelta en ciertas situaciones irregulares, las cuales le daban terror. Cuando se enteró de que el negocio familiar no era lo que él siempre pensó que era, todo su mundo pareció desmoronarse ante sus ojos. Jamás pudo imaginar que sus propios padres fueran capaces de mentirle a tal magnitud, sin embargo, allí se hallaba, pagando por los errores que otros habían cometido. Estaba huyendo de los problemas que le habían dejado cargando sus progenitores con todo el descaro del mundo, incluso sin poder ser del todo responsable de sí mismo, debía afrontar líos de los cuales no tenía mucho conocimiento. No era justo. Los últimos meses habían sido un desastre total en todo sentido, y ahora se le sumaba el estar solo en una isla que no conocía con seres extraños que amenazaban con quitarle la vida. Se sentía muy desafortunado, y sí que lo era.
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