Capítulo Nueve: Convivencia.

1830 Words
Al llegar a la aldea luego de una noche entera de vigía, Jaden se enteró de que el nombre de la chica de aspecto albino que le había guiado hasta ahí era Alenka. Su acompañante también tenía nombre ahora, Derry, el hombre con aspecto macizo que lo había amenazado antes de decidir llevarlo hasta ese lugar. La persona que había detrás de él también armado en el primer encuentro era un chico escuálido y pequeño con el cabello largo en rastas, recogido en una cola alta y con mirada trastornada, con ojeras pronunciadas y ojos gélidos a pesar de ser tono azabache. A este chico le llamaban Jov, sin embargo, no sabía si era su nombre real o solo un diminutivo. Era especialista en puntería, siendo el mejor del equipo junto a la chica. Con él parecía llevarse mejor que con el resto debido a que no solía hablar demasiado. A Jaden no le costaba ser social, pero en una situación como esa, no podía simplemente iniciar alguna conversación con nadie sin sentir ira por dentro, así que prefería el silencio y ahora la caza de sin mentes junto al equipo centinela. No había tenido tiempo de merodear por las instalaciones, razón por la cual tampoco conocía a nadie.  Ya que esa vez era plena mañana, pudo ver a los habitantes del poblado comenzando con sus jornadas de trabajo, algunos se dedicaban a la siembra, estando alertas de que no se infectaran los alimentos con el extraño virus que les azotaba. Algunas otras personas se encargaban de mantener el orden y la armonía allí, ordenando quiénes harían cuáles cosas en ese día, lo cual no era tarea fácil. Se sentía bien por una parte al poder demostrar que valía para lo que el tal Odis había dicho de él, puesto que de ser lo contrario, la mayoría estaría desconcertado. Al parecer, las predicciones del hombre solían ser ciertas casi siempre, por eso confiaban en él. ─Es probable que dentro de poco se halle una cura, así que no debemos preocuparnos demasiado por el futuro ahora─ expresó con confianza Alenka hacia el grupo, pero supuso que era más para Jaden que para cualquiera. ─¿Por qué tan segura?─ formuló, con curiosidad genuina. ─Digamos que Odis ha estado teniendo visiones respecto a ello, y yo confío en él, todos lo hacemos─ respondió ella, con tono seguro. ─Entonces ¿Es científico también?─ dijo, a modo sarcástico el chico. ─Claro que no, pero tenemos nuestros propios métodos─ rebatió la de cabellos blancos ─Y hasta donde sé, nos ha funcionado siempre─. ─El que hayan funcionado antes no significa que lo harán ahora, esto es diferente, y parece propagarse con bastante rapidez─ respondió Jaden, un tanto cansado ya del mismo tema. ─Puede que tengas razón, pero eso no quita que toda la aldea tenga fe en los planes de Odis─ con esto, la mujer finalizó, alejándose de ellos, mientras se dirigía a una de las pequeñas casas construidas de manera artesanal. Allí la recibieron varios niños de color, quienes decían ser sus hermanos y con los que de inmediato comenzó a jugar a las escondidas. En ese momento, recordó a su hermanita cuando estaba pequeña, la cual siempre pedía jugar con él, ya que la madre aunque quisiera, no podía comprender muy bien lo que decía, así que contar hablando era inútil. Un nudo se formó en su garganta, mientras pensaba en las dos personas más importantes para él. Quería regresar con ellas, pero no tenía idea de cómo hacerles saber su situación, y mucho menos de enterarse sobre su bienestar. Siempre terminaba en el mismo punto, por alguna razón, como si corriera en círculos tras su propia cola. Había decidido que por una vez sería valiente y enfrentaría sus peores miedos. Escaparía de allí aunque le tomara tiempo de preparación.  Tenía que encontrar a sus amigos, a las únicas personas que realmente lo habían apoyado en todo lo que se proponía. Recordaba tantas situaciones de penuria que habían vivido juntos, lo cual le dio la suficiente entereza para seguir soportando estar en ese lugar. Buscaría la oportunidad perfecta y la tomaría, mientras tanto, solo se camuflaría entre ellos. Caminó hacia un grupo de trabajadores que se encargaban de tejer las ropas que vestía la mayoría de personas allí y empezó a conversar con ellas como si nada malo ocurriese, solo teniendo en mente la imagen de su familia y de sus amigos, a quienes quería volver a ver con vida. La gente de allí le recibió con calidez, cosa que no esperó de desconocidos, mucho menos pertenecientes a alguna aldea. Se hizo amigo de una señora mayor de piel rojiza y cabellos grises, la cual se encargaba de hacer los patrones de colores en las telas, cosa que le quedaba muy bien en todo sentido. La mujer le contó que tenía como pareja a un hombre que había muerto tratando de defenderla de uno de los sin mente, así que desde allí esperaba el llamado del cielo, que sería el encargado de darle finalización a su vida cuando así lo creyera justo. También le dijo que había criado a cinco hijos sanos y fuertes, los cuales trabajaban en la siembra y en la parte de medicina, saliendo en estas cosas a su padre, y que no se sentía triste por la partida de este, ya que cada vez que miraba el rostro de alguno de sus retoños, podía ver el rostro de su esposo, y eso era lo que le daba fuerzas para continuar. Jaden miraba con atención los movimientos de la mujer, escuchándola atento. Él mismo le comentó que extrañaba a su familia y también sobre el cargo que le habían asignado allí, de centinela. La mujer lo felicitó por el gran trabajo que hacía el equipo al protegerlos, diciéndole que su alma debía ser buena si eso decía Odis. Con eso confirmó que todos allí tenían la misma fe en un solo hombre que parecía tener visiones. Por extraño que pareciera, debía acostumbrarse a la forma en que se administraba todo allí. La mujer le dijo que si quería, podía comer con ella, así que el chico aceptó, sin ver lo malo en el plan. ... Heather se encontraba intentando alcanzar una manzana de un árbol que parecía estar demasiado sana y por ende deliciosa. Su piel era brillante y de un rojo intenso, apetitoso. La chica prácticamente estaba babeando por probarla, así que cuando le dio el jalón certero, la fruta bajó hacia sus manos de manera natural.  Al querer probarla, sucedió algo, y es que vio que desde dentro salió un gusano enorme, bastante peludo y de aspecto extraño, cosa que le repugnó de inmediato, así que dejó caer la manzana al suelo. Cuando vio caer a aquella fruta, se dio cuenta de algo, y es que esta estaba vacía por dentro, así que dentro había solamente el gusano, el cual hacía de relleno. Se asqueó completamente y se retiró de esos lados, mirando a todos los árboles de manzana con un poco de miedo. Llegó a pensar que esos gusanos los había visto antes, y segundos después recordó dónde. En la carne en putrefacción del primer zombie que había visto, quien escurría un líquido blancuzco y viscoso donde se movían varios gusanos de los que había visto, solo que a escala mucho más pequeña. Sintió náuseas y no le quedaron más ganas de tomar ninguna fruta de los árboles. Continuó su camino, y a lo lejos, logró divisar una sombra, pero no estaba segura de si lo que observaban sus ojos se trataba de un humano o de uno de los seres antes mencionados. Intentó esconderse detrás de algunos de los árboles que había visto, ya que había recorrido algunos kilómetros y el ambiente de playa desaparecía cada vez más. Quería acercarse y averiguar si lo que había observado era real, quizá estaba delirando y no lo sabía. Observó la herida en su brazo, la cual estaba sangrando de nuevo. Chasqueó la lengua, de seguro la había abierto de nuevo con el movimiento brusco de antes. No podía curarse allí mismo, así que tendría que esperar hasta estar en un lugar seguro. La sombra que divisó en el camino se acercaba cada vez más, lo que le dejaba con los nervios de punta. No parecía dar tumbos al aire como las criaturas que observó durante el camino y a las cuales evitó, sin embargo, no podía confiarse. Tomó con firmeza el bate que había llevado consigo hasta allí a modo de defensa personal y se pegó de espaldas a un grueso árbol para no ser vista. Cuando creyó que todo había pasado, frente así cayó un hombre de más o menos una edad avanzada, resultando que se trataba de un zombie, solo que parecía estar en medio del proceso de infección, ya que tenía heridas muy feas, pero aún se veía consciente. Esa vista dejó a la pelirroja desconcertada. Miró hacia arriba y encontró varias pertenencia subidas en el árbol que antes no notó. El hombre colgaba del cuello con una soga alrededor de este, intentando acercarse a ella e manera agresiva, dando manotazos en el aire. Se quedó sin respiración, sin embargo, no tuvo que deshacerse de él, puesto que escuchó un sonoro disparo proveniente de sus espaldas. Sintió su sangre helarse por un segundo, así que levantó las manos en señal de rendición y volteó poco a poco para observar de quién se trataba la persona que había disparado. Se llevó una gran sorpresa al notar que se trataba de un chico de algunos doce años. Sus ojos se abrieron más de la cuenta al notar que portaba consigo un arma. ─¿Está bien, señorita?─ preguntó con tono que demostraba algo de preocupación ─¿La han mordido?─. ─Sí, lo estoy, no me ha hecho nada─ dijo la chica, aún un tanto asustada. El chico se acercó a ella, mirándola con desconfianza. ─¿Qué es eso que tiene en el brazo?─ volvió a preguntar, esta vez, apuntándola con el arma ─¡Hable!─. ─¡Tranquilo! Por favor, es solo un raspón que me he hecho con un árbol. Creí haberlo curado, pero es profundo y seguro con algún mal movimiento se ha vuelto a abrir. Volveré a vendarme cuando pueda estar segura─. El chico frunció aún más el ceño, comenzando a temblar, pero se repuso y volvió a hablar. ─Si lo que dice es cierto, entonces puede venir conmigo. Mi madre es enfermera─ le informó, con voz insegura. ─Sería de gran ayuda tener un lugar donde quedarme esta noche, si no es molestia, claro está─ propuso la chica ─Podría ayudarles en lo que deseen─. El chico asintió con lentitud, bajando el arma, así que hizo un gesto con su cabeza, señalando hacia un molino que se veía en la lejanía. ─Confiaré en usted, espero que no me mienta─. Y con eso, Heather supo que había resuelto uno de sus tantos problemas, o eso esperaba.
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