Jacob vio como de repente la chica se desplomó y la atrapó entre sus brazos antes de golpearse con el piso. Al alzarla se dio cuenta de que era liviana, y diminuta, probablemente no medía más de un metro cincuenta y siete de estatura, a pesar de ello, estaba proporcionada en los sitios adecuados.
El rostro de la chica parecía el de una muñeca de porcelana, su tez era blanca, no obstante, esta vez debido a la claridad de la habitación, se dio cuenta de que sus pestañas no eran rubias, sino castañas, alzó las cejas con una expresión mezcla de sorpresa, curiosidad e irritación, pues eso solo podía significar que ella no era rubia natural, un rictus de molestia se dibujó en su cara.
La acostó en la cama, y se quedó viéndola por breves instantes, un atisbo de rabia se comenzó a abrir paso en su interior.
—¡Conspiradoras! No se puede confiar en las mujeres, son rastreras —expresó en voz alta mientras empezaba a recorrer la habitación de un extremo a otro, tratando de controlar su mal genio.
Si ella pretendía engañarlo, no lo estaba haciendo sola, seguramente con el aval de Anne, su primera decisión fue correrla y pedirle el reintegro del dinero y demandar a la otra mujer por el engaño, sin embargo, cuando el recuerdo de esos ojos violeta se abrieron paso en su mente, desistió de esa idea, ella desde ese instante se convirtió en un reto para él y debía tenerla en su cama, a como diera lugar y no estaba dispuesto a renunciar a su noche con ella.
Aunque, no por ello iba a ser objeto de burla, nunca nadie lo había hecho y no iba a dejar que empezarán hacerlo ahora, porque si no ponía un pare en ese momento, el resto de las personas y sobre todo sus enemigos lo creerían presa fácil para el engaño y todos empezarían pretendiendo hacerlo blanco de sus artificios.
Con la rabia agitándose en su interior, se acercó a la cama y con la palma abierta, empezó a darle pequeños golpes en la mejilla para hacerla reaccionar.
—¡Despiértate! ¿Acaso intentas evadir las consecuencias de tu engaño? —preguntó sin dejar de insistir en despertarla.
Breves momentos después, la chica abrió lentamente sus ojos, lo observó con una expresión de miedo y luego con un tenue tono de voz expresó.
—Por favor, no vaya a hacerme daño, no lo he engañado —habló con suavidad, provocando un estremecimiento en el cuerpo de Jacob.
Al mismo tiempo de hablar, Maddy intentó incorporarse, al hacerlo, se dio cuenta de que aún el hombre mantenía su torso desnudo, no pudo evitar el rubor recorrer su rostro, su corazón aceleró los latidos en su pecho, dando la impresión de ser un caballo desbocado.
—Por favor, ¡Póngase la camisa! No puede andar descubierto —pronunció nerviosa.
—Maddison, ¿Si sabes a lo que viniste? Porque sinceramente no sé qué juego te traes, ¿Estás pretendiendo evadir tu motivo para estar aquí? Porque si es de esa manera, estás muy equivocada.
» Yo no pague dos millones de dólares para verte la cara. Demás está decir que eres la mujer más costosa a la cual le he pagado en mi vida, por eso espero ser complacido en la misma proporción —expresó con un semblante severo.
—Yo estoy clara, sin embargo, eso no le da derecho... a exhibirse de esa manera tan descarada, ya tendrá su oportunidad de hacerlo —cerró los ojos y los apretó con fuerza, sintiendo en su interior un torbellino de desesperación, porque pese a saber los motivos para estar allí, aún no acababa de procesarlo.
Una fuerte carcajada del hombre la sacó de sus pensamientos.
—¿Acaso nunca has visto a un hombre desnudo? —interrogó, aunque esa pregunta llevaba trampa, porque si era virgen su respuesta debía ser negativa.
El rostro de la joven se ruborizó, y movió negativamente la cabeza.
—No, nunca he visto a un hombre desnudo.
Jacob se acercó lentamente, quedando frente a frente, Maddy hizo amago de alejarse, pero él la sostuvo para evitarlo, ella se cubrió el rostro mientras hablaba, porque sentía un cosquilleo en su piel, a pesar de agradarle el contacto del hombre, a la vez no podía evitar ese miedo recorrerla.
—Por favor no haga eso...me causa un cosquilleo yo...—antes de poder continuar, Jacob le apartó las manos de su rostro y sin darle tiempo a protestar, la tomó de la nuca, unió los labios con los de ella.
Maddy sintió como si un rayo le hubiese caído en ese instante, su cuerpo empezó a temblar, por un momento no sabía qué hacer, no había sido besada y era una experiencia totalmente nueva para ella.
Jacob introdujo la punta de la lengua en la cavidad bucal de la chica, abriéndose paso en su interior, su lengua húmeda y cálida encontró la de ella e inició un baile lento, pero intenso, la succionó ligeramente, provocando una explosión de excitación en la parte baja del vientre de la chica, quien nunca sintió esas emociones desbordando de ella.
Por su parte, él estaba sumergido en el sabor y olor de Maddy, tuvo muchas mujeres en el pasado, mas todo se limitó a cumplir el acto s****l como una simple actividad fisiológica, más con esta mujer todo parecía distinto, causaba estragos en él que nunca creyó, movía cada fibra en su interior provocándole unas sensaciones inimaginables.
Liberó su boca y descendió por su cuello, Maddy tenía una lucha interna, entre ese deseo que se concentraba y agitaba en su bajo vientre con pequeñas sacudidas y el miedo de ser lastimada, esto último la ganó y enseguida su mente fue invadida por esas imágenes de cuando fue abusada, por más que intentó bloquearlas y no dejarlas inundarla, no pudo hacer nada.
Empezó a golpearlo y patearlo sin dejar de gritar, él dejó de besarla sorprendido, la tomó de los brazos para evitar se lastimara las manos, porque aunque los golpes propinados en su pecho tenían como intención herirlo a él, debido a lo duro de sus músculos, las manos de ella se estaban enrojeciendo.
—¡Tranquila Maddison! No va a pasar nada si no quieres ¡Cálmate! —exclamaba, sin dejar de observar su rostro de terror.
—¡No por favor! ¡No me hagas daño! —pronunció fuera de sí, mientras sus lágrimas corrían por su rostro como si fueran gotas de lluvia y su postura solo reflejaba un terrible miedo, se veía tan vulnerable, al punto de no poder evitar consolarla.
—Shhh ¡No pasa nada! Tranquila. Nadie te hará daño —ella se fue calmando, mientras él la abrazaba y pasaba su mano por la espalda, sin embargo, ella no dejaba de hipar.
No supo cuántos minutos pasaron, al final ella se quedó dormida en sus brazos. Suspiró profundo, jamás le pasó eso, porque nunca le dio cabida a ninguna mujer en su espacio personal. La acostó con cuidado en la cama, por un momento, se quedó viéndola dormir, y por esa vez hizo otra locura, tomó su celular y marcó al chófer.
—Peter, prepara la camioneta blindada, nos vamos a mi casa —ordenó en tono bajo y seco.
—Si señor, como ordene —respondió el hombre, saliendo a cumplir las instrucciones de su jefe, sin poder evitar su curiosidad, preguntándose si ya el hombre había terminad con la chica.
Jacob vio hacia la cama, buscó otra camisa, se la puso, sin dejar de verla, mientras pensaba que quizás estaba cometiendo el peor error de su vida, pero desde el mismo momento cuando vio esos ojos violetas, quedó irremediablemente atrapado y no sabía cómo hacer para liberarse.
Tomó el bolso de la mujer, la cargó entre sus brazos y sin pensarlo un minuto más, caminó con ella por el pasillo, seguramente eso iba a despertar curiosidad y una serie de rumores en los medios de comunicación, por algo lo calificaban de diferentes maneras, ninguna buena "El malvado", "El perverso", "sin corazón", "corazón de piedra" y otra serie de adjetivos, los cuales ya ni siquiera recordaba.
Comenzó a hacer su recorrido con su rostro desprovisto de cualquiera expresión, como siempre las miradas se posaron por segundos en él, con curiosidad, no pudo evitar su cuerpo tensarse y en un gesto involuntario, apretó la mandíbula.
Sus hombres de seguridad, a pesar de intentar simular la sorpresa causada por verlo atendiendo a una mujer, no pudieron hacerlo lo cual se ganó una reprimenda de su parte.
—¿Acaso les pago para cuestionar mis acciones o para que anden de curiosos? La próxima vez, ¡Estarán fuera! —habló sin un ápice de paciencia.
Subió a la camioneta, uno de los guardaespaldas intentó quitarle a la mujer de los brazos y lo miró con fiereza.
—¿Quién diablos te dijo que me la quitarás? ¿Acaso me escuchaste pidiendo ayuda? —espetó dejando en evidencia su enojo— ¡Apártate de mí vista! Porque no respondo de mis actos.
El guardaespaldas se alejó en silencio, mientras él terminaba de subir, en vez de colocarla en el asiento, la dejó en sus brazos, y una extraña sensación lo invadió, no pudo contenerse y comenzó a acariciar su rostro con suavidad, no sabía lo que le pasaba con esa mujer, pero estaba rompiendo esquema en él.
Respiró profundo, inhalando su dulce aroma, llenando sus sentidos con su olor, se sintió embriagado, su cuerpo vibraba debido a su cercanía, enseguida una nueva gran erección comenzó a crecer debajo de su pantalón.
—¡Diablos! ¡Es una bruja y va a acabar conmigo! —exclamó.
Justo en ese momento el vehículo se detuvo de repente con un fuerte chirrido de llantas, lo cual hizo que sus cuerpos se impulsaran hacia delante.
—¡¿Qué diablos pasa Peter?! ¿Por qué te detienes? —manifestó con fastidio.
—¡Nos tienen rodeados señor! —pronunció el hombre asustado.
—¿Y los guardaespaldas? —preguntó con tranquilidad.
—¡No están señor Walton! —exclamó de nuevo sin ocultar su miedo —Y nos han rodeado, hemos sido emboscados.
«Una emboscada si es descubierta y propiamente contrarrestada, pagará y con intereses el mal pretendido». Vegecio.