Veinte minutos más tarde, Gabriella terminaba de colocar la venda que había dejado a medias. Estaba cansada con el corazón revoloteando a toda velocidad en su pecho y sus labios ardían, parecían quemarle recordándole que había sido besada por aquel hombre. Era momento de salir de allí, encontraría la manera. —Tenemos que irnos. —¿Mi madre estará bien? —Necesitas llevarla con el médico—Gabriella ignoró las palabras de Luca y se centró en el niño—Has sido nuestra salvación esta madrugada. Te agradezco mucho lo que has hecho, me gustaría poderte dar dinero o algo parecido, pero no me queda nada, debes llevar a tu madre al hospital, llama un taxi y busca que la saquen de aquí. —Pero gasté todo lo que tenía en los medicamentos. Gabrielle sintió que su corazón iba estallar de pena, pero ent

