Una copa, otra y otra más.
El italiano había tomado sus botellas de whisky y luego de tomar un baño se había sentado en la comodidad del estudio de la mansión. El sonido de la puerta abriéndose llamó su atención, pero tampoco se molestó en girar la silla para ver de quién se trataba. Vestía unos pantalones de chándal y su torso desnudo dejando a la vista los tatuajes.
—Leonard, Lucían quiere hablar contigo.
—Dile que hablaré con él cuando esté aquí, ahora no deseo tomar el teléfono.
Luca se adentró aún más en la habitación mirando las dos botellas, una vacía y la otra a medio llenar. Inmediatamente tomó la que aún tenía el alcohol, pero Leonard se adelantó a él. Nadie debía tomar sus botellas. Nadie sabía que había pasado, lo único que era claro era que después de la visita a los Di Ma
