Tanto Camilo como yo, no habíamos propuestos a enfrentar a Esteban y al hombre que presto su esperma para que yo naciera. Era evidente que la venganza estaba centrada en ese hombre, sin embargo, teníamos cuentas pendientes con Esteban, sobretodo Camilo, quien fue su amigo en la escuela y poco le importó al ser participe en la explosión que acabó con la vida de su madre. Ambos sabíamos que esto no era fácil, por eso, no involucramos a los demás y por ello, nos marchamos. Realmente lo marchábamos al anochecer y entrenábamos sin parar, ya cuando teníamos clases o compromisos, regresábamos y cumplíamos con ellos para después volver al entrenamiento. La rutina era agotadora y las horas de sueño cada vez eran menos, pero no me daba por vencida y Camilo tampoco lo hacía. Al decidir este camino,

