Capítulo 5 —Entregados a la pasión

1527 Words
Marcus: Estaba cautivado por la belleza de esta preciosa niña. Su piel dorada por el sol, me dejaba apreciar la grandiosa anatomía que escondía bajo sus ropas. Todo su cuerpo desn*do era hermoso, pero esas increíbles tet*s, serían mi perdición. Sin detenerme, masajee sus pronunciadas crestas, mientras besaba y mordía su cuello. La chica rubia, gemía por mis caricias. Incluso la vi cerrar sus ojos por el placer que le estaba dando. —¡Oh, por favor! ¡Por favor! —Decía juntando sus muslos con insistencia. En mis labios se formó una sonrisa ladeada al saber cómo la afectaba mi toque y no quise esperar. Mis besos y mis caricias, bajaron por su abdomen hasta llegar a esa zona que estaba tan necesitada. Le di un mordisco a su cadera. —Eres muy hermosa. —¡Ah! —Jadeo. Solté una pequeña carcajada y comencé a trabajar su zona. También ansiaba beberme todo su néctar. —¿Quieres que te toqué aquí? —Le pregunté masajeando su manojo de nervios. Ella abrió sus ojos sorprendidos y sus hermosos labios, se abrieron una O perfecta. —¡Ah! ¡Justo así! ¡No te detengas! —Sus caderas se movieron con mi toque y su espalda se arqueó. —¡Oh, Marcus que me estás haciendo! Mis dedos la trabajaron más deprisa. —Dándote el mejor org*smo de tu vida. —Gruñí de placer, quería verla correrse. —¡Oh, sí! ¡Oh sí, por favor! —Vi como su ceño se frunció y como aspiró aire sus pulmones. Sus movimientos se hicieron más rápidos y se le veía bastante desesperada. Uno de mis dedos quiso entrar en su otro punto, pero encontré resistencia y ella se quejó. Mi mirada se levantó inmediatamente hacia la suya y alejé mi mano de allí. La observé con confusión y a pesar de ver que sus ojos azules estaban algo borrachos por el placer, ella se enfocó. —Soy virgen. —dice ella mordiendo ese abultado labio inferior—. ¿Marcus, quieres ser mi primera vez? ¡Por favor! Mierd*, ¿por qué tenía que hacerme eso? Creí que ella tenía experiencia y ahora, tomar algo que no me pertenecía, me hizo sentir como un cobarde. Me alejé un poco, pero la rubia me tomo del brazo. —¡Por favor, Marcus! —Suplico, mientras su tacto masajeo mi miembr* demasiado dur* y gruñí de placer—. Te quiero dentro de mí. ¿Podía resistirme? ¿Tenía la fuerza? En este punto, eso era improbable. La observé fijamente, con mucha lujuria y como si fuera la cosa más s3xy que jamás había visto. No podía dejar de tenerla. —Dulce niña —dije en un tono bajo y oscuro que la hizo estremecerse—. Me aseguraré de darte la mejor noche de tu vida. —¡Sí, por favor! Le di una sonrisa macabra. —Pero antes quiero verte llegar. —Y así lo hice. Me posicioné entre sus piernas, encajando sus muslos sobre mis hombros y me bebí todo de ella. La volví loca. La chica gemía y se retorcía de placer; y no era la única. Yo estaba demasiado extasiado, le estaba dando posiblemente su primer org*smo y esto me tenía al borde. Cuando vi que sus temblores se calmaron, puse un beso en su monte de venus y me incorporé. Bajé de la cama y me dirigí hacia la mesita de noche, buscando protecciones. Saque tres y las tire sobre la cama, para luego quitarme mis pantalones negr*s. La chica rubia abrió sus parpados y se fijó en cada uno de mis movimientos. —¿Estás cansada? —Le pregunté mirándola desde arriba. Negó inmediatamente y sonreí. —Que bien porque aún falta la mejor parte. Sus ojos azules observaban con avidez todo mi cuerpo y eso que aún no había visto lo más importante. —Quiero sentirte, Marcus. —En un segundo, preciosa. —Le respondí, quitándome el bóxer. Tomé uno de los empaques y lo rasgué con mi boca para luego ponérmelo en mi pronunciado miembr*. Estaba tan absorto en la acción que no había notado su expresión. Ella estaba sonrojada y se veía bastante sorprendida, quizás nerviosa. —¿Te gusta lo que ves? —Le pregunté con diversión. —Sí... Sí. —Ella titubeó —Pero, ¿cabra? Solté una pequeña carcajada y me acerqué a ella cubriéndola con mi cuerpo. Sus palabras hicieron cosas en mi ego. —De sobra y te gustará. —Le aseguré y no espere un segundo más—. Abre para mí. La chica obedeció, enganchando sus piernas a mí alrededor. —¿Quieres que entre, dulce niña? —Le pregunté con voz firme pero lujuriosa. La rubia solo asintió, mientras mordía su labio inferior. —Dímelo —Le exigí. —Yo... Yo te quiero dentro de mí, Marcus —dijo con anticipación y moviendo sus caderas desesperadamente para encontrarse con las mías. Esto solo hizo que nos frot*ramos e inmediatamente, sentí cuan moj*da estaba. Gruñí de puro placer por todo lo que esta chica representaba. Ella me daría la mejor noche. Con voz inestable, continué. —Te va a doler un poco. —Le advertí posicionándome en su entrada. —Lo sé, pero te quiero dentro de mí. —Y esa fue toda la respuesta que necesite para empujar con suavidad en su interior. La veo fruncir su ceño por el dolor, pero una vez estoy dentro de ella, con sus paredes aprisionándome la verg*, se relaja un poco. Juntos dejamos escapar un fuerte jadeo, ella por el alivio y yo por la sensación tan descomunal que estaba experimentando. —¡Mierd*, tan jod*damente apretada! —Gemí enterrando mi rostro en su cuello. La sentí quejarse, así que me quedé muy quieto esperando a que se acostumbrara, pero fue bastante difícil. M*ria por continuar. Más, sin embargo, su pequeña mano acaricio mi mejilla y me hizo observarla. Levanté mi rostro y puse mi atención en ella. —Ya no duele, tanto. —Miro de mis ojos a mi boca con anticipación—. Estoy lista. Una mezcla de felicidad y de triunfo, me invadió el pecho y por supuesto, no me detendría. —Está bien, seré gentil. —Le prometí, pero eran palabras vacías, porque sabía que perdería el control. Comencé a moverme despacio. —¡Ah! —Gimió mi dulce niña, encontrando mis empujes. —¿Duele? —Le pregunté y ella negó. Continué—. Está bien, solo déjate llevar y disfruta. Lo hicimos por un rato, explorándonos y recibiendo los empujes del otro con suavidad, pero la sensación fue insoportable. Queríamos más. —¡Más rápido! —Me pidió la rubia sosteniéndose de mi espalda baja. Hice realidad sus deseos, mis movimientos se tornaron más salvajes y profundos. Esto solo la hizo gemir de manera descontrolada y sus caderas comenzaron a temblar. —¡Oh, Marcus! ¡Voy a llegar! —Sus parpados se cerraron. Gemí sin aliento y deposité un corto beso en sus labios. —Pues hazlo, preciosa, nadie te lo va a impedir. —Le dije golpeando más fuerte en su interior. Sus dedos, o más bien sus uñas, se clavaron en mi piel. Sumado a eso, sus piernas se apretaban más a mi alrededor y fue el momento, ella se rompió en mil pedazos. Grito su liberación diciendo mi nombre. Fue lo más excitante que pude experimentar en mi vida y tampoco pude detenerme, ya no tenía control de mis pasiones. Salí de ella y cuando aún se estaba corriendo, la puse en cuatro para luego embestirla por detrás. —¡Ah! ¡Marcus, así! —Decía entre gemidos— ¡Más duro! La nalgu*. —¡Estás tan apretada, preciosa! —dije con voz espesa por el deseo. Ella arqueó su espalda y la hice erguirse todavía más, poniendo un brazo en su abdomen y mi otra mano en su cadera. Pegué mi pecho sudoroso contra su espalda y enterré mi rostro en su cuello. —¡Bésame! —Le ordené y mi dulce niña, obedeció. Mientras que yo, aún chocaba mis caderas de manera salvaje contra su trasero. La habitación estaba llena de nuestros gemidos y de los sonidos de nuestros cuerpos que estaban totalmente entregados a esta pasión tan prohibida que crecía a cada segundo. —¡Córrete para mí! —Le pedí entre jadeos. Ya estaba casi en el borde. Ella negó. —No... No puedo de nuevo. —Claro que puedes. —Mi mano que estaba en su cadera, se deslizó fácilmente por su abdomen sudoroso, hasta llegar a su manojo de nervios y comencé a trabajarla. —¡Ah, Marcus! ¡Ah, detente! —Pero no lo hice, continué dándole placer en sus dos zonas. Bombee más fuerte y fue todo. Ella gritó de nuevo su liberación y yo la seguí dejando escapar un gemido gutural. —¡Oh…! ¡Preciosa! ¡Maldici*n...! —No podía dejar de jurar mientras me corría con fuerza y si creía que me detendría, estaba muy equivocada. La haría mía, una y otra vez hasta que me cansara. Al final, teníamos toda la noche.
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