(21) Salimos como rayo del lugar, Alejandro conducía tan rápido que solo podía sentir como el aire de la ventana, despeinaba mi cabellera. Era de noche y estaba un poco oscuro, pero eso no detuvo que Alejandro condujera como un total loco. –¡Detente ! –Le dije más de una vez, pero el joven no parecía escucharme. Sus ojos verdes claros y hermosos, de pronto se tornaron negros. Era como si hubiera perdido el control de él mismo. Gracias a dios llegamos sanos y vivos a la casa, en donde el Alejandro detuvo el auto. Yo estaba congelada, agarrada del techo con mis uñas. La respiración de Alejandro es bastante irregular, sabía que estaba molesto, pero yo también lo estaba. Alejandro fue el primero en salir del auto, así que yo le seguí, ya que camino tan rápido que tuve que correr. Al alcan

