POV ELIZABETH
El eco de mis pasos resonaba con autoridad sobre el mármol del tribunal. No era el sonido de una víctima, sino el de una mujer que había regresado para ver caer a sus enemigos. La sala estaba atestada de periodistas, abogados y curiosos ansiosos por devorar cada detalle de este juicio. Pero para mí, esto no era un espectáculo. Era el cierre de una historia que ellos creyeron que podrían escribir a su antojo.
Tomé asiento en la primera fila, mi postura impecable, mi mirada implacable. A mi lado, Adam permanecía firme, una presencia tan protectora como letal. No decía nada, pero su sola existencia me recordaba que, aunque esta batalla era mía, no estaba sola. Frente a nosotros, Damon Calloway y James Lookwood esperaban su destino. Damon con esa arrogancia inmutable, como si a
