Mi nombre es Yara Owen, tengo 27 años y estoy recién graduada en Administración de empresas, mi vida es un poco solitaria, desde que tenía 17 años decidí independizarme, mis padres fallecieron cuando tenía 16 años en un accidente aéreo cuando viajaban para celebrar mi cumpleaños, ese fue el peor día de mi vida por eso no me gusta celebrar esa fecha.
Luego del fallecimiento de mis padres me tocó quedarme a vivir con mi tía Eva la hermana de mi papá, aparte de ella no tengo más familia, ya que mamá era hija única y mis abuelos maternos habían fallecido cuando yo era muy chica.
La convivencia en casa de mi tía no era fácil, ella tiene una hija que es mi prima Fabiola una niña malcriada, por ser hija única le daban todo lo que quería. Ir a vivir a su casa fue la peor pesadilla, no pude quedarme en mi casa porque estaba hipotecada y mis padres no pudieron pagar al banco perdiendo la propiedad, prácticamente quedé en la calle y solo podía vivir de la caridad de mi tía.
Fabiola tenía un hermoso cuarto y una cama lo suficientemente grande para que durmieran 4 personas, pero como era niña mimada y caprichosa no quería compartir su habitación conmigo, él único cuarto disponible en esa gran casa era él cuarto de servicio y no me quedó otro remedio que tomarlo como mi habitación.
En vez de ser otro m*****o de la familia parecía la criada, me tocaba cocinar, limpiar, lavar mientras que mi hermosa prima y tía pasaban él día sentadas en él sofá viendo televisión y revistas de moda. Decidí buscar un empleo, lo cual para mi por ser menor de edad no fue nada fácil, había una cafetería a tres cuadras de la casa. Hablé con la dueña, la señora Mirna es muy amable con un corazón de oro, me dio la oportunidad que tanto deseaba, en ese año no pude seguir estudiando pero me dediqué a trabajar de sol a sol y reunir para poder terminar de estudiar y sobre todo conseguir mi independencia.
Al principio no fue nada fácil, trabajaba solo medio día y los fines de semana todo el día hasta las 6:00 de la tarde; al cabo de 6 meses ya tenía suficiente dinero reunido pero se requería de mucho más, no malgastaba un solo centavo, solo compraba lo necesario. Entre el sueldo y las propinas tenía una cantidad de dinero reunida.
Pasó ese gran año y no dudé por un segundo en empezar a buscar un apartamento tipo estudio, bueno, bonito y barato lo que llaman las tres b.
Después de caminar y buscar por fin conseguí un pequeño apartamento, es cómodo y accesible, tenía una pequeña cama, al costado un closet y un pequeño televisor, la cocina era pequeña se comparte con una pequeña sala y lo mejor es que hay gas directo, la dueña del apartamento es una señora no menos de unos 50 años.
—¿Qué te parece? —interroga queriendo saber mi opinión sobre lo que pienso del departamento.
—Me encanta. —respondo con una gran sonrisa en mis labios—, es justo lo que estaba buscando.
Sin pensarlo dos veces terminé por cancelar dos meses por adelantado. Luego de unos días guardé las pocas cosas que tenía para mudarme a mi nuevo hogar. No sabía como decirle a mi tía que ya no iba a seguir viviendo con ella, pero me llené de valor y terminé por comunicarlo.
Ella como siempre se encontraba sentada en su cómodo sofá perdiendo el tiempo y sin nada productivo que hacer. Dí dos profundas respiraciones y me acerqué.
—Tía, quisiera agradecerte por todo lo que hiciste por mí. —siento un terrible nudo formarse en mi garganta.
Al escuchar mis palabras, deja de ojear su revista para fulminarme con la mirada, si estas mataran ya me encontraría tres metros bajo tierra.
—¡Sí!, ¿Ahora te vas? —enarca una ceja—. Solo te deseo lo peor del mundo en la vida por ser una desagradecida.
No presto atención a las malas palabras que me dice y salgo dando un portazo.
«Espero no volver nunca a esta casa»
Al salir lo primero que hago es buscar un taxi, el cual encuentro a unos cuantos pasos. Subo indicando la dirección a la cual ha de llevarme. En menos tiempo de lo que pensaba me encuentro a lo que de ahora en adelante será mi hogar. Le pago al taxista por su servicio y me pongo manos a la obra limpiando el departamento, en eso se me pasan las horas y me preparo para ir a trabajar, no puedo darme el lujo de perderlo en este momento.
***
Los días transcurren y hay momentos en los cuales me siento muy agotada, tanto que he estado a punto de tirar la toalla, pero me lleno de fortaleza para seguir adelante.
«Vamos Yara, tú puedes», son las palabras que digo cada día cuando me veo al espejo. No es fácil trabajar y estudiar al mismo tiempo, pero es un sacrificio que vale la pena y al final tendré mi recompensa.
Trabajando en la cafetería con la señora Mirna, me ha brindado su apoyo incondicional, uno que nunca recibí de mi tía.
Desde que tengo uso de razón siempre quise ser como mis padres, ellos eran excelentes arquitectos, pero lo que en realidad llama mucho más mi atención es todo lo referente a la administración, ser una gran ejecutiva.
Siempre he sido una excelente estudiante y mis calificaciones son sobresalientes, en unos días presento la prueba de admisión en la universidad, solo espero que todo me salga bien. No puedo creer lo rápido que pasó el tiempo, ya tengo 20 años.
(Días después)
El sábado 15 de mayo, voy camino a la universidad a presentar mi prueba de admisión, estudié todo lo que pude en mis tiempos libres. Por más que lo intento no puedo controlar los nervios que se apoderan de mi cuerpo.
«Ten calma, este es el primer paso para un futuro maravilloso», con determinación camino los pocos pasos que me separan del aula en donde comenzaré a forjar mi futuro.
Ingreso al aula que nos asignaron para la realización de la prueba, afortunadamente me tocó uno de los primeros puestos, nunca me gusto sentarme de última. Al cabo de unos minutos ingresa el profesor encargado de inspeccionar que todo salga como lo tenían programado, y vaya sorpresa que me llevo, es un hombre de unos 39 años aproximadamente con una estatura de 1.90 y un cuerpo como los dioses, esas pocas canas le quedan maravillosas le dan un toque de masculinidad excitante, y unos hermosos ojos verdes que provoca perderse en ellos. Además, poseé una sonrisa que hipnotiza.
«Quien no va a querer perder la virginidad con un hombre así». Me regaño mentalmente por todo lo que estoy pensando, no creo poder concentrarme al 100% si este hombre es quien va a inspeccionar el proceso. Cuando ya se encuentra la mayoría de los aspirantes el papacito dice con esa voz ronca que me excita,
—¡Buenos días!, les doy la bienvenida a los nuevos aspirantes para este nuevo año y deseando que todos puedan aprobar la prueba de admisión y formar parte de esta prestigiosa universidad. —hace una breve pausa—. Mi nombre es Frederick Becker, y seré quien estará a cargo de supervisar el proceso.
Nos entrega un sobre en donde se encuentra el cuadernillo con el tema y la hoja de respuestas, esperamos unos 15 minutos más por si hace falta alguien más. Pasado el tiempo nos da la orden para empezar la evaluación y tenemos un tiempo de dos horas y media.
Ya casi se agota el tiempo, yo termine mi evaluación hace rato, pero quiero ganar más tiempo y quedarme hasta el final para seguir deleitando mis ojos con la presencia de este hombre, en el aula solo quedan 3 personas incluyéndome, cuando se disponen a salir y entregar sus pruebas yo me levanto lentamente para llegar de última, cuando estoy frente a él entrego el sobre que contiene el cuadernillo y la hoja de respuestas.
Nos quedamos viendo directamente a los ojos y es inevitable sentir como me humedezco, este hombre provoca en mí sensaciones que no había sentido antes, y sentí mi cuerpo arder cuando rozó mis manos al entregar el sobre creo que la química entre ambos fue algo indescriptible, lo único que hice fue darle una media sonrisa, la cual él respondió de la misma manera.
Me dirijo hacia la puerta con las piernas un poco temblorosas por lo que acabo de sentir y el sarcásticamente me dice,
—¡No este nerviosa señorita, tampoco muerdo, aunque ganas no me faltan! —espeta con voz seductora.
En ese momento quiero que se abra la tierra y me trague, no puedo creer que este hombre se me insinuó, y lo peor es que si me encantaria que me hiciera suya de todas las maneras habidas y por haber, que me enseñe todo lo que sabe y yo ser su alumna que estaré dispuesta aprender todo lo que él me quiera enseñar. Salgo del aula sin mirar atrás, no quiero imaginar que pueda pasar si nos quedamos solos.
Me dirijo a la entrada de la universidad y paro el primer taxi que pasa, le doy la dirección a la cual me va a llevar, en menos de lo que canta un gallo llego a mi apartamento, le pago al taxista y le agradezco por su servicio.
Subo rápido porque apenas tengo el tiempo necesario para darme una ducha y comer algo antes de entrar a trabajar. Hoy me toca hasta él cierre que sería más o menos a las 11:00 de la noche y mañana domingo también el día corrido, los fines de semana es donde ganó un poco más de dinero por las horas extra.
Entro al apartamento y mientras cierro la puerta me voy despojando de los zapatos y al llegar a la puerta del cuarto termino de quitar la ropa que me sobra y entro a la ducha lo más rápido que puedo.
Salgo del baño y me pongo mi uniforme, veo a los lados y tengo un pequeño desorden en el cuarto, esa es una de las ventajas de vivir sola, nadie me puede reprochar mi desorden, el lunes que tengo día de descanso me dedico a limpiar y ordenar, tampoco me gusta tener desorden, pero esos días fueron tan agotadores que solo llegaba a casa a bañarme y dormir.
Estando lista voy a la cocina a calentar el pollo a la plancha con arroz que había dejado preparado el día anterior, hago unas tajadas y sirvo un vaso de jugo de guanábana que tanto me encanta. Empiezo a devorar la comida sin poder disfrutar de su sabor, me encuentro sobre la hora y no quiero llegar tarde al trabajo.
Al llegar a la cafetería se encuentra en la barra la señora Mirna, al percatarse de mi presencia me da un fuerte abrazo
—¡Hola mi hermosa niña! —coloca un mechón de mi cabello detrás de la oreja—. ¿Cómo te fue en tu exámen?, ¿Fue difícil?
A duras penas me deja respirar para poder responderle:
—¡Me fue de maravilla! —respondo con entusiasmo—. Fue pan comido, estaba muy fácil.
Se queda pensativa por un momento para decirme que luego hablaremos. Mi corazón se llena de angustia al pensar que pueda llegar a prescindir de mis servicios.
Dejo esos pensamientos a un lado, me coloco el delantal y empiezo con mi jornada laboral, algunos fines de semana son tranquilos pero el de hoy está muy agitado, todas las mesas se encuentran ocupadas, solo estamos trabajando 3 meseras y corremos de un lado a otra para poder atender a los clientes y no hacerlos esperar por tanto tiempo.
«La señora Mirna va a tener que pensar en ampliar más la cafetería y contratar más personal, tal vez eso es lo que me quiere decir»
No aguanto él dolor en mis pies, no tuvimos ni un minuto de descanso, afortunadamente ya son las 10:50 de la noche y vamos a empezar a recoger y dejar todo listo para mañana. Terminamos y cuando estoy a punto de salir la señora Mirna me llama.
—Mi niña, mañana solo ven a trabajar por la tarde, hoy fue un día un poco duro y te mereces descansar. —hace una pausa—, pero mañana quiero que llegues una hora antes, necesito hablar contigo.
Me da un abrazo y un beso en la frente para despedirnos, le doy las buenas noches y le confirmo que mañana estaré puntual.
Salgo prácticamente como un cohete del trabajo, quiero llegar lo más rápido posible a casa, afortunadamente estoy a unas cuantas calles, al llegar a la entrada del edificio no aguanto más el dolor de mis pies y me quito los zapatos, camino hasta el ascensor para llevarme la sorpresa que se encuentra fuera de servicio. Ahora tengo que subir cinco pisos para llegar a mi departamento. Al llegar abro la puerta y voy directo a mi habitación, me lanzo a mi cama sin quitarme el uniforme y por el cansancio me quedo dormida de inmediato.