El menú es muy simple, una botella de vino, un plato con carne y una ensalada, por rumores sé que el Duque Daigo es muy allegado al alcohol fino, que no come vegetales y que le gusta la carne a medio cocer. La razón por la que estoy siendo tan considerada con el hombre que puso un título sobre mi cabeza y que ha estado intentando borrar los rumores negativos en mi contra, es porque estoy desesperada. Mis manos aprietan la tela de mi falda. – Duque Daigo, sí no le molesta, me gustaría saber sobre su condición, usted ¿ha visto a un sanador? Fuma antes de responderme – conocí a cinco sanadores, tres de ellas fueron muy amables, todos coincidieron en que la única persona que puede ayudarme es la Santa. – ¿Y ella qué dijo? Se encoge de hombros – no he tenido el gusto de conocerla. No tie