Tal y como prometimos, el General y yo no nos hemos encontrado ni una sola vez desde nuestro acuerdo, cada quien atiende sus obligaciones y necesidades sin que el otro lo sepa. Yo no pongo un solo dedo en sus negocios y propiedades y él me deja manejar y administrar la casa como mejor me plazca, él mantiene a sus preciados sirvientes lejos de mí y si alguno intenta colarse a mi lado son sacados a la fuerza. En cierta forma es agradable, mi matrimonio marcha mejor cuando no tengo interacciones con mi marido. ***** Ya han pasado varios días y comienzo a acostumbrarme a esta nueva rutina, excepto por una cosa. – Señora la Duquesa Bastián está de visita. – ¿Preguntó por mí? El mayordomo me mira y niega con la cabeza antes de marcharse. Es tarde para creer que mi prima tiene algo de ver