DALTON No sabía si era el whisky, la lúz tenue o el hecho de que había tenido un día de mier**a, pero allí estaba yo, en el Sport Club, de pie entre mesas elegantes, luces cálidas y copas tintineantes. No era mi tipo de lugar, y sin embargo, ella lo hacía todo diferente. La vi salir al escenario con ese vestido que parecía diseñado para enloquecerme. Su silueta era todo curvas y fuego. Se movía con una seguridad innata, como si supiera que cada mirada estaba sobre ella, como si le perteneciera cada maldito foco de luz. No sé cuánto tiempo estuve mirándola sin parpadear. Sólo recuerdo la sensación. Un tirón en el pecho. Una mezcla extraña de orgullo, deseo y una furia absurda que no sabía cómo justificar. Porque esa era Lía, mi asistente. La mujer que había dormido en mi oficina. La mism

