—Porque no querías regresar —comentó con simpleza Leonardo. Ana, en cuanto escuchas las palabras se dio cuenta de que seguramente él estaba mintiendo. Frunció el ceño, signo, y se coló entre los dos brazos de Leonardo, sintiendo en su cadera la mesada y en su pecho el pecho de Leonardo. Quedando frente a frente a el. Aunque en ese instante le parece una mala idea. Ya que tener su cuerpo tan pegado al de ella. Le hizo latir el corazón con fuerza. —Yo... —Ana, no paso más que eso, no insistas —comentó simplemente y se alejó. —¿Dormiste en el sofá..? —quiso saber ella con curiosidad. El asintió, levantando la mano, en forma de pulgar hacia arriba. A salir hacia fuera: la brisa agradable le invadió el cuerpo. Se cruzó la calle como para ir a ver a su padre. Era sábado, seguramente que e

