Enzo La emotiva platica con Isabella, fue liberadora. Después de eso, continuamos con el recorrido por el pueblo, hasta que cayó la noche y la hora de regresar a la hacienda llegó. —No...Quedémonos un ratito más—Suplica en tono infantil. —Seño...Isabella—me corrijo antes de que se moleste—, ya es muy tarde, tu madre debe estar preocupada y yo tengo mucho trabajo que hacer mañana por la mañana—. Hace una mueca de decepción, pero termina asintiendo. —Eres muy autoritario. ¿Así eras con tus novias?—Mi rostro se transformó instantáneamente, la sonrisa que tenía en mis labios desapareció y me sumí en mis pensamientos profundos. La miré con una expresión sombría, y ella me miró confundida, sin comprender el impacto de su pregunta en ese momento—. Enzo, ¿dije algo malo? —Andando, señorita. S

